lunes, julio 01, 2013

Una gran triunfadora y tres grandes derrotados. Por Ricardo Hormazábal S.

La gran ganadora es la Nueva Mayoría que ha logrado el respaldo de 2 de cada 3 ciudadanos que concurrieron a votar. Una parte de esa votación se explica por el carisma de la candidata y otra parte, muy relevante, al hecho que ella ha dado señales de reconocer la necesidad de cambiar el curso de la política actual para dar adecuada respuesta a las demandas de los estudiantes, profesores, trabajadores, profesionales y en general, las grandes mayorías que no aceptan que 300 familias sean dueñas del 10% del ingreso nacional.

La fase próxima, estará marcada por el debate en torno al programa que se presentará al país, pero ya se anticipa un éxito en la constitución de una sólida mayoría política, institucional y social que fortalecerá la justicia social y por ende la gobernabilidad del país.

Los tres grandes derrotados son, primero la derecha, que a pesar de estar en el gobierno y contar con recursos financieros ilimitados, no logra mantener el respaldo ciudadano que le permitió el triunfo hace cuatro años. Esto no puede interpretarse como que la elección real en Noviembre está ganada, ya que hay diversos factores que pueden ayudar a la derecha. Entre ellos, no debemos olvidar el accionar del anarquismo que, como siempre, genera hechos que afectan las propuestas de cambios y favorecen a la derecha.

También hay que intentar convocar a otras fuerzas que no fueron actores en estas primarias ya que Chile necesita una clara y sólida mayoría. Las respuestas programáticas acordes al clamor ciudadano de poner fin al lucro en Educación, Salud y Pensiones no pueden dilatarse. Una cosa difícil es ganar el gobierno, pero se ve factible. Gobernar un país con tanta desigualdad es mucho más complicado.

El segundo gran derrotado es el liberalismo concertacionista, ya que Andrés Velasco alcanzó sólo el 12% de la votación en el pacto, a pesar del público apoyo de militantes de la DC, PPD y PS que comparten el ideario liberal o que no recibieron los cargos que querían en la DC. Su estrategia de presentarse como ganadores no resiste un análisis mayor. Son una ínfima minoría y ya no podrán seguir ostentando el tremendo peso político que ejercieron en los 4 gobiernos concertacionistas. El pueblo los ubicó en su justo lugar.


El tercer gran derrotado es mi partido, La DC. Más allá de la entrega personal de Claudio Orrego y su familia, de los dirigentes de su comando y de miles de militantes, la ciudadanía ha rechazado de la manera más enfática una estrategia. Lo señalamos privada y oportunamente: una forma de confrontación, integrista y continuista de un modelo repudiado por la ciudadanía, no tendrá respaldo. Pero un grupo que cree ciegamente en su proyecto y propuesta, no pudo renunciar a ellas. Por ello, los encargados programáticos del PDC y la campaña son tecnócratas liberales que estaban más cerca de Andrés Velasco, con quién trabajaron en el gobierno, que con el electorado DC. Por ello, enfatizaron concepciones religiosas respetables, que incluso gente como yo, comparte, pero que pensamos no se puede invocar a Dios en vano o para fines particulares.

La directiva de Ignacio Walker no puede pretender descargar la totalidad de las culpas en el Comando o en el candidato. Fue la estrategia impuesta en las Juntas, en las acciones muchas veces inconsultas de la directiva, la decisión de marginar a los que no se sumaban, lo que nos condujo al desastre. Es cierto que la DC vivió una derrota fuerte en 1999, cuando Ricardo Lagos derrotó a Andrés Zaldívar por cerca del 70 % contra el 28% y también es real que cerca del 40% de los votantes DC votaron por Lagos en rechazo a la estrategia de la directiva de Enrique Krauss y Adolfo Zaldívar, también confrontacional y que, en el colmo del delirio, llamó a los militares a votar por el candidato DC para parar al candidato socialista.

La votación del candidato DC en estas primarias, no es la expresión total de la DC. Hubo votos DC para Michelle Bachelet, anunciados de una manera poco fraternal y políticamente mal orientados; hubo votos de los liberales DC para Andrés Velasco. La DC chilena es mucho más que eso. Es la única fuerza política chilena con una doctrina viva, con propuestas válidas y apropiadas, pero con sectores liberales que aún renegando de su historia y propuestas programáticas, lograron hacerse con el poder interno haciendo pactos con sectores a los que despreciaba profundamente.


Hoy se necesita que estos personajes asuman sus responsabilidades, dejen sus cargos para que la DC, dirigida por una mesa unitaria e integradora, pueda recapturar para Noviembre los votos dispersos y colabore con propuestas programática acordes a sus principios al éxito del nuevo gobierno que presidirá Michelle Bachelet.