Una gran triunfadora y tres grandes derrotados. Por Ricardo Hormazábal S.
La gran ganadora es la Nueva
Mayoría que ha logrado el respaldo de 2 de cada 3 ciudadanos que concurrieron a
votar. Una parte de esa votación se explica por el carisma de la candidata y
otra parte, muy relevante, al hecho que ella ha dado señales de reconocer la
necesidad de cambiar el curso de la política actual para dar adecuada respuesta
a las demandas de los estudiantes, profesores, trabajadores, profesionales y en
general, las grandes mayorías que no aceptan que 300 familias sean dueñas del
10% del ingreso nacional.
La fase próxima, estará marcada
por el debate en torno al programa que se presentará al país, pero ya se
anticipa un éxito en la constitución de una sólida mayoría política,
institucional y social que fortalecerá la justicia social y por ende la
gobernabilidad del país.
Los tres grandes derrotados son,
primero la derecha, que a pesar de estar en el gobierno y contar con recursos
financieros ilimitados, no logra mantener el respaldo ciudadano que le permitió
el triunfo hace cuatro años. Esto no puede interpretarse como que la elección
real en Noviembre está ganada, ya que hay diversos factores que pueden ayudar a
la derecha. Entre ellos, no debemos olvidar el accionar del anarquismo que,
como siempre, genera hechos que afectan las propuestas de cambios y favorecen a
la derecha.
También hay que intentar convocar
a otras fuerzas que no fueron actores en estas primarias ya que Chile necesita
una clara y sólida mayoría. Las respuestas programáticas acordes al clamor
ciudadano de poner fin al lucro en Educación, Salud y Pensiones no pueden
dilatarse. Una cosa difícil es ganar el gobierno, pero se ve factible. Gobernar
un país con tanta desigualdad es mucho más complicado.
El segundo gran derrotado es el
liberalismo concertacionista, ya que Andrés Velasco alcanzó sólo el 12% de la
votación en el pacto, a pesar del público apoyo de militantes de la DC, PPD y
PS que comparten el ideario liberal o que no recibieron los cargos que querían
en la DC. Su estrategia de presentarse como ganadores no resiste un análisis
mayor. Son una ínfima minoría y ya no podrán seguir ostentando el tremendo peso
político que ejercieron en los 4 gobiernos concertacionistas. El pueblo los
ubicó en su justo lugar.
El tercer gran derrotado es mi
partido, La DC. Más allá de la entrega personal de Claudio Orrego y su familia,
de los dirigentes de su comando y de miles de militantes, la ciudadanía ha
rechazado de la manera más enfática una estrategia. Lo señalamos privada y
oportunamente: una forma de confrontación, integrista y continuista de un
modelo repudiado por la ciudadanía, no tendrá respaldo. Pero un grupo que cree
ciegamente en su proyecto y propuesta, no pudo renunciar a ellas. Por ello, los
encargados programáticos del PDC y la campaña son tecnócratas liberales que
estaban más cerca de Andrés Velasco, con quién trabajaron en el gobierno, que
con el electorado DC. Por ello, enfatizaron concepciones religiosas
respetables, que incluso gente como yo, comparte, pero que pensamos no se puede
invocar a Dios en vano o para fines particulares.
La directiva de Ignacio Walker no
puede pretender descargar la totalidad de las culpas en el Comando o en el
candidato. Fue la estrategia impuesta en las Juntas, en las acciones muchas
veces inconsultas de la directiva, la decisión de marginar a los que no se
sumaban, lo que nos condujo al desastre. Es cierto que la DC vivió una derrota
fuerte en 1999, cuando Ricardo Lagos derrotó a Andrés Zaldívar por cerca del 70
% contra el 28% y también es real que cerca del 40% de los votantes DC votaron
por Lagos en rechazo a la estrategia de la directiva de Enrique Krauss y Adolfo
Zaldívar, también confrontacional y que, en el colmo del delirio, llamó a los
militares a votar por el candidato DC para parar al candidato socialista.
La votación del candidato DC en
estas primarias, no es la expresión total de la DC. Hubo votos DC para Michelle
Bachelet, anunciados de una manera poco fraternal y políticamente mal
orientados; hubo votos de los liberales DC para Andrés Velasco. La DC chilena
es mucho más que eso. Es la única fuerza política chilena con una doctrina
viva, con propuestas válidas y apropiadas, pero con sectores liberales que aún
renegando de su historia y propuestas programáticas, lograron hacerse con el
poder interno haciendo pactos con sectores a los que despreciaba profundamente.
Hoy se necesita que estos
personajes asuman sus responsabilidades, dejen sus cargos para que la DC,
dirigida por una mesa unitaria e integradora, pueda recapturar para Noviembre
los votos dispersos y colabore con propuestas programática acordes a sus principios
al éxito del nuevo gobierno que presidirá Michelle Bachelet.
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