La DC y el Partido Comunista. Francisco Huenchumilla Jaramillo
Ante la posibilidad, casi cierta,
de que el Partido Comunista forme parte de la coalición opositora y, eventualmente, de ese futuro gobierno, se ha producido un debate
en torno a este tema donde no han faltado los dimes dimes y diretes entre dirigentes de ese partido
y de la DC, con la participación lateral
e interesada de la derecha y de sus
medios asociados.-
Uno comprende que la derecha vaya con todo cuando se trata del Partido
Comunista y que, además, trate de allegar agua al molino de sus candidaturas, y
de acomplejar psicológicamente a la DC con los fantasmas del pasado. ¿Pero la
DC deberá pisar el palito del
anticomunismo endémico de la derecha o tener una mirada realista y más propia
del siglo 21 sin muros y sin murallas?
Ese escenario adquiere, ahora,
más posibilidades con el apoyo que acaba
de dar el PC a Michelle Bachelet para las primarias presidenciales del 30 de
Junio próximo, lo cual significa que, de mantenerse la actual tendencia, la DC,
irremediablemente, se va a enfrentar con la disyuntiva de tener que decidir si
formar parte o no de una misma coalición con el Partido Comunista.-
Esta
decisión no será fácil, habida
consideración de los antecedentes existentes en torno al tema.
¿Porque, qué es lo que molesta
específicamente a la DC?
¿Es la postura del PC frente a
Cuba respecto de la situación de los derechos humanos y una que otra
declaración, casi anecdótica, respecto de Corea del Norte?
Al parecer, esto no es sino el
reflejo de algo más profundo que, en definitiva, se traduce en el hecho de que el PC avale un régimen
político que relativice en otro país, Cuba en este caso, principios tan
altamente valorados en Chile como es la
doctrina de los derechos humanos.
Es decir, lo que molesta a la DC
es que el partido comunista no condene la violación de los derechos humanos que
se producen en Cuba y que, al no compartir dicha postura, esto devenga en un
escenario que dificulte la posibilidad de formar parte de una misma coalición
opositora y, eventualmente, gubernamental.-O sea se trataría de una cuestión de
principios, es decir de una cuestión doctrinaria.-
Lo ha dicho Claudio Orrego (y
también Andrés Velasco) de que en caso de ganar las elecciones, el PC no
formaría parte de su gobierno; nada han dicho si eso implica también, rechazar
un eventual apoyo del PC a sus candidaturas o el simple hecho, pero no menos importante,
de rechazar también los votos comunistas.
Conviene, entonces, aclarar este
incordio: si para formar parte de una misma coalición electoral, y con mayor
razón de una misma coalición
gubernamental es menester compartir o concordar posiciones doctrinarias,
sobre todo en una materia tan importante como los derechos humanos.-
Al parecer el problema se
reduciría a una posible coalición gubernamental, toda vez que en materia
electoral se han producido acuerdos para terminar con la exclusión del partido
comunista de manera bastante exitosa como que éste tiene 3 diputados y varios
Alcaldes y concejales que, de no haber existido dicho acuerdo, tal resultado,
probablemente, no se habría producido.
De tal manera, que recibir y
aceptar los votos de los comunistas no sería el problema porque, como ya se ha
dicho, esto ha sucedido no solo en las recientes elecciones municipales y
parlamentarias sino también en todas las últimas elecciones presidenciales.
La diferencia que antes, el PC
aportaba sus votos desde afuera y por ello nadie planteaba cuestionamientos
doctrinarios y, ahora, tal partido quiere participar no solo aportando sus
votos, como mal menor, sino que apuesta
a un diseño distinto aspirando a participar como socio en la coalición
electoral y, también, en un eventual gobierno de dicha coalición.
Entonces, claro, se plantea, hay
una cierta diferencia.-
Para formar una coalición, es
menester compartir cuestiones doctrinarias?
La verdad es que, la formación de
una coalición o pacto político, formado
por partidos que tienen distintas corrientes doctrinarias, implica la búsqueda
de un mínimo común denominador de
acuerdos que superen las diferencias, sin que éstas dejen de existir puesto que,
se trata de partidos diferentes, y cuya rica diversidad es una fortaleza que reflejará
la realidad del país pero que, al mismo tiempo,
pueda demostrarse capaz de
alcanzar una plataforma común. Es decir, unidad en la diversidad.
Esta unidad se logra sobre un
programa concreto que debe ser aplicado en un periodo determinado, o sobre un
tópico concreto de relevancia política. Y naturalmente ese programa no
reflejará todas las aspiraciones del partido porque, al entrar en sociedad
deberá posponer varios, y probablemente algunos muy importantes de sus puntos
de vista, en aras de ese mínimo común que le da la base de sustentación a la
existencia de una coalición. Es más, la sola existencia de una coalición supone
la disponibilidad a bajar las banderas propias en la búsqueda de un denominador
común en el cual, en todo caso, los acuerdos superen a las diferencias.-Si
éstas son mayores que aquellos, entonces no es posible una coalición.-Esta,
siempre va a suponer que el mínimo común denominador sea un consolidado en que
los acuerdos superen a las diferencias.-Por lo tanto, no hay que tenerle miedo
a las diferencias en la medida que los acuerdos sean mayoritarios.-Para ello,
se bajarán aquellos aspectos doctrinarios, ideológicos o políticos que
sean incompatibles con los puntos de
vista de alguno de los socios, puesto que, en esta materia, es difícil, sino
imposible, la regla de la mayoría, más bien debe existir unanimidad; piénsese,
por ejemplo, en el aborto, materia en la cual,probablemente,nunca va a existir
acuerdo, por lo cual este punto formará parte de las diferencias y no de los
acuerdos, manteniendo cada uno sus puntos de vista.
Por otro lado, un programa de
gobierno es algo acotado en el tiempo y en las materias acordadas, en la medida
que él debe tener un mínimo de realismo
y responsabilidad con lo que es posible o no posible hacer en el periodo presidencial para el cual
se construyó el acuerdo, sin perjuicio de que se puedan sentar las bases para
programas de más largo alcance.
Por lo tanto, nunca en un
programa de gobierno van a estar en juego las diferencias más importantes,
desde el punto de vista doctrinario, ideológico o político porque simplemente
en esos tópicos jamás va a existir acuerdo.-La pregunta es, entonces, si a
pesar de esas diferencias es posible un acuerdo sobre la base de un mínimo común denominador para un programa
acotado de gobierno olvidándose de las diferencias insalvables.
Aquí entramos al fondo del
problema.
Es posible pensar distinto y
tener ideas o visiones diferentes del mundo y de la vida y de la forma en que
debe organizarse la sociedad? Naturalmente que sí, aunque durante la dictadura,
en la Constitución del 80, se sancionaba como delito, en el famoso artículo
8°,la profesión de determinadas ideas.-Tal artículo fue derogado, y con razón,
al llegar la democracia, puesto que no puede la sociedad sancionar el hecho de
profesar determinadas ideas. Se sancionan los hechos y las conductas, no las ideas.
Es un hecho cierto y aceptado por
todos que el Partido Comunista tiene en el plano de la teoría y de la doctrina
política un sistema de ideas totalmente distinto a las que profesa la
Democracia Cristiana.-Y también es verdad que la DC respeta y acepta que el PC
tenga sus ideas y se organice como partido político y participe plenamente de
la vida política democrática de Chile desde siempre,( piénsese en el discurso
de Radomiro Tomic con ocasión de la proscripción del PC a propósito de la ley
de Defensa de la Democracia).Jamás la DC ha sido partidaria de proscribir al PC
por las ideas que profesa. Nunca las ideas del PC han molestado a la DC al
punto de negarle su existencia como partido.-No las comparte y las puede
combatir, pero jamás al punto de no permitir que las sostenga y ciertamente que
las difunda.-Las ideas se combaten con ideas.-
En ese plano, la mirada que puede
tener el PC respecto de Cuba, desde el punto de vista doctrinario, es,
naturalmente, muy distinta de la que tiene la DC porque ambos parten de un
sistema de ideas diferentes. La mirada del PC es a partir del
marxismo-leninismo, que ese partido profesa, con pleno conocimiento y
aceptación del país, como que participa plenamente de la vida institucional
desde unos 100 años a la fecha.-No
podría, ahora, la DC, alegar desconocimiento de las ideas del PC y extrañarse de sus posturas.-No son por sus
ideas por las que el PC es plenamente
aceptado en el sistema político chileno.-, El PC es aceptado, no obstante
adscribir al marxismo leninismo, porque se atiene a las reglas del juego del
sistema entre las cuales está la posibilidad de cambiar la sociedad mediante el
libre debate de las ideas y porque,además,eso excluye el recurso de la
violencia.-
En consecuencia, el PC tiene
pleno derecho a profesar el marxismo leninismo como la derecha a profesar el
neoliberalismo, con la única condición para ambos de atenerse a las reglas del
juego democrático.-
El PC nunca ha tenido la
posibilidad en Chile de poner en práctica su modelo alternativo al capitalismo;
y no la tuvo, incluso, en la época de una correlación de fuerzas más favorable
en el mundo de la guerra fría con la existencia de la Unión Soviética. Sin duda,
hoy día existen condiciones menos favorables, no obstante la existencia de
potencias mundiales que profesan y practican el marxismo leninismo, sí bien es
cierto que en contextos culturales muy diferentes a los nuestros.
Pero, así y todo, el PC sostiene,
en el Chile de hoy, sus tesis de un modelo alternativo al capitalismo lo que
constituye un derecho que esta sociedad no solo le reconoce sino que, más aún,
le acepta, y le permite para que
compita por sus ideas, las difunda y las someta al escrutinio público; y
es lo que ha hecho el PC en sus 100 años de existencia.-Otra cosa, es el grado
de penetración y aceptación que sus ideas y propuestas hayan podido tenido en
la sociedad.
Al pretender, el PC, formar parte
de la coalición opositora, cabe de cajón que no lo hace pretendiendo que en el
mínimo común denominador acordado uno de
sus capítulos sea su sistema de ideas doctrinarias. Tal pretensión
(que por cierto nunca ha existido) haría y hace inviable una tal coalición.-Es
justamente, dejando de lado su modelo de sociedad basado en el marxismo
leninismo, lo que hace viable una
coalición con el PC. Claro que no sería propio de la política que, aparte de
concordar un mínimo común denominador programático, los partidos se hicieran
exigencias mutuas de renuncias a sus postulados doctrinarios. No se trata de
formar un solo partido. Tal asimetría no sería racional. Se trata de que, no obstante
las diferencias, se pueda construir un proyecto y programa para un periodo concreto de un ciclo histórico del país. Es claro, que el
hecho de haber formado parte de la Concertación jamás significó o pudo
significar para la DC una renuncia a su doctrina y cuerpo de ideas.-Por qué,
entonces, habría de hacérsele tal exigencia al PC?
Frente a un programa de gobierno o a un tópico concreto
de relevancia política no veo cuál sería la dificultad doctrinaria para que la DC
pudiera sellar determinados acuerdos programáticos o específicos con cualquiera
de las fuerzas políticas que actúan dentro del sistema, en la medida que tales
programas o puntos específicos sean para el “aquí y el ahora”, sin comprometer
éticamente sus convicciones. Así ha sido, por lo demás, históricamente. Baste recordar,
la conformación de la CODE, el año 1973, pacto electoral que se formó para
enfrentar una coyuntura que la DC estimó, legítimamente, en ese contexto
histórico, como necesario para enfrentar el cuadro político-institucional que
vivía el país en ese entonces, no obstante que en la derecha, con toda
seguridad, se incubaba gran parte de los que posteriormente serían actores
relevantes de la dictadura y cuya estela los persigue hasta nuestros días. O el
acuerdo para un tópico de gran relevancia política alcanzado con la UDI para dictar
una ley exprés que permitiera salir a la DC del atolladero autoinflinguido de
mal inscribir sus candidaturas parlamentarias. O recientemente, el acuerdo
alcanzado con Renovación Nacional para cambiar el régimen político y
específicamente el sistema binominal, no obstante que dicho partido, una vez
más, incumplió su palabra en esa materia.
Hoy día, 23 años después del
término de la dictadura, el binominal es la camisa de fuerza del sistema y una
vida más justa e igualitaria es el
sentimiento generalizado de la sociedad, cuestiones ambas que la derecha de una
manera torpe y miope se niega a aceptar. Para realizar esos cambios es menester
conformar una gran mayoría política y social que se adelante a las
premoniciones que dicen que los “cambios se harán a la buena o la mala”. La DC
quiere hacerlas a la buena.-Pero, para ello, tal mayoría política y social debe ser contundente. Naturalmente, que no es esto una cuestión doctrinaria. Es el máximo
realismo político de lo que el país demanda. Nada de ello es óbice para una adecuada y correcta
negociación que cautele debidamente los intereses de la DC, lo que dependerá,
entre otros factores, cómo no, de la capacidad política de sus dirigentes. El
que no quiera oír que no oiga.
Mayo
del 2013
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