lunes, marzo 11, 2013

Seguridad Nacional y Democracia. Gonzalo Wielandt PDC Providencia


Estimados Camaradas

Junto con saludarles, escribo un reforzamiento más de la tesis que he venido sosteniendo ya desde hace un tiempo. Este escrito es una consolidación ideológica que a mi juicio debe orientar la conducción política de la democracia cristiana.


La seguridad es sin duda un concepto que guía la campaña actual de nuestro candidato presidencial Claudio Orrego, concepto que comprende una diversidad de dimensiones sociales y político-institucionales, dentro de las que se encuentran la seguridad ciudadana, la seguridad social, la seguridad económica, la seguridad militar, la seguridad energética, la seguridad ambiental. Un concepto de seguridad que debe sintetizar nuestro perfil ideológico en este sentido es el de seguridad nacional. A la luz de las distintas dimensiones que comprenden los tipos de seguridad ya mencionados, la seguridad nacional llega a ser actualmente un valor estratégico vital para Chile. Si pudiéramos resumirlo en un hecho, este es claramente el recurso natural del agua. Cada vez más las investigaciones hidrogeológicas y político-estratégicas indican que el agua debe ser parte de una política estratégica del Estado para lo que resulta fundamental la nacionalización o bien el reconocimiento constitucional del agua, entre otros, como valor y recurso de interés nacional, cuyo control y uso debe ser orientado y regido públicamente.

El reconocimiento constitucional de valores estratégicos vitales del Estado como el agua, requieren de acuerdos nacionales que la institucionalidad política y su correlación de fuerzas actual no es capaz de llevar a cabo reforma o construcción de condiciones institucionales, precisan de grandes mayorías nacionales. Mayorías nacionales que son las llamadas a consolidar acuerdos nacionales orientados al cambio político-institucional y social que se acerquen al bien común de Chile. Esto presenta un escenario de decisiones

Para tal tipo de vitales para la democracia cristiana chilena y sobre todo para nuestro régimen democrático. La democracia cristiana en este sentido debe reconocer la perspectiva sobre lo cual generar las mayorías nacionales que representen el carácter pluralista de nuestra democracia, capaz de que a través de un proyecto de gobernabilidad democrático, puedan hacerse efectivos los cambios político-institucionales que el bien común de Chile necesita.

El insistir en una coalición de centro-izquierda que pretende fortalecerse hacia la izquierda no contribuye a generar grandes mayorías para los cambios de bien común, ya que serían mayorías exclusivistas que responden más a una variable particularista que universalista. Particularista, porque se deja representar por un conjunto particular de sectores que si bien pueden llegar a ser mayoría simple, nunca lograrían ser una mayoría para un cambio institucional efectivo.

Particularismo además, que dado esa situación, ante la escaza posibilidad de acuerdos factibles, sólo quedaría la presión o la movilización social para los cambios buscados, lo que comprometería nuestra gobernabilidad democrática.

En cambio, el generar una coalición pluralista que represente una mayoría nacional, por su carácter universalista, puede desembocar en acuerdos de cambios efectivamente institucionales que hagan posible un paso más para la cristalización del bien común de Chile. No se trata por lo tanto, de optar entre una tesis de izquierda y de derecha, sino que se trata de optar entre una tesis que lleva inevitablemente a la presión y movilización social como única alternativa de cambio, o bien optar por una tesis que privilegia el acuerdo a través de una mayoría nacional como alternativa democrática y cristiana de cambio. Dando fe de
nuestra vocación nacional y popular.

Camaradas, repito que no se trata ya de optar por una tendencia y tesis de izquierda o derecha, sino que se trata de poner en nuestra perspectiva la responsabilidad nacional por el bien común de Chile.