lunes, noviembre 19, 2012

La DC puede más.Gonzalo Wielandt, Sociólogo, PDC Providencia


La elección municipal del 28 de octubre presenta un escenario de recuperación del centro político.
La democracia cristiana, recuperándose de su baja del año 2008, ha logrado un firme 15,1%  de los votos, logrando ganar en varias comunas relevantes por su gran cantidad de población.
Paralelamente, el otro partido de centro, el PRI, también de corte socialcristiano se acerca sorprendente al 8% de los votos. Sin desconocer, que también hay electorado de centro que opta por renovación nacional, los dos partidos oficiales de centro, ambos de inspiración cristiana, suman el 23% de los votos, lo que se acerca al tradicional tercio demócrata cristiano, propio de la cultura política y democrática chilena.


La pregunta a responder es ¿qué debe hacer la democracia cristiana para consolidar políticamente el espacio de centro en el sistema de partidos, sin perder opciones significativas frente a la otra opción de centro que es el PRI?

La fragmentación del centro, si bien es una dificultad, ya que no se trata de dos centros doctrinarios e ideológicamente distintos, sino que de dos centros socialcristianos, debe verse como una forma de pluralismo y por lo tanto de posibilidad de convergencia política. La democracia cristiana debe, en este sentido, afirmar una zona primaria de seguridad, en la que su espacio político esté protegido y no sea vulnerado por corrientes exógenas al centro político que puedan hacer mermar nuestro volumen de votación. Esto significa que la DC no puede permitir que el PRI le ponga un techo electoral, sino que a través de una convergencia se posibilite una sinergia electoral. En consecuencia, tal como lo hacen la CDU y la CSU en Alemania, en Chile, la unión de ambos partidos de centro de inspiración cristiana, deben buscar caminos de acuerdos y proyectos que les permitan expandir el espacio de centro y no competir en uno que sea un callejón oscuro.

La segunda pregunta a responder es ¿Consolidar el espacio de centro como mayoría requiere de una alianza exclusiva y fetichista con la izquierda?

Definitivamente NO. El centro político demócrata cristiano debe a la luz de acuerdos político- programáticos consolidar alianzas de gobernabilidad democrática para hacer gobiernos productivos en lo que respecta a los cambios institucionales y socioeconómicos. El ignorar que la democracia cristiana por naturaleza es un partido pluralista nos lleva a perder la perspectiva histórica de bien común, que es que no depende de un solo sector y menos de una visión subalternista, sino que depende de la voluntad de vocación nacional y popular para que el bien común sea más realidad. Es por ello, que el primer paso es consolidar una alianza pluralista de centro que le permita a la democracia cristiana, no sólo asegurar su espacio, sino que acordar y negociar para expandirlo. Por lo tanto, no se puede seguir accediendo a omisiones para que la votación demócrata cristiana siga alimentado a la derecha.

La tercera pregunta a responder es ¿La democracia cristiana debe levantar una candidatura a la presidencia de la república como alternativa para el bien de común de Chile, después de haber experimentado cuatro gobiernos de la concertación, donde los tres últimos consolidaron un fuerte proceso de concentración de la riqueza y uno de derecha, que aplica una agenda social con tintes derechistas?

Definitivamente Sí. El actual camarada Presidente de la democracia cristiana, Senador Ignacio Walker, como representante máximo del partido ha salido victorioso de todo este proceso que culminó con el buen triunfo en la elección municipal. La democracia cristiana es ejemplo de esfuerzo político, a pesar de pesimismos y resentimientos internos. Ahora, es el momento de revitalizar la opción demócrata cristiana para ofrecerle al país un proyecto de bien común que dé gobernabilidad democrática en base a una mayoría pluralista y no rendirnos ante un liderazgo, que por más contenido afectivo que tenga, su ausencia de proyecto y riesgo de ingobernabilidad llevaría a Chile a una peligrosa crisis de expectativas sociales y mayor quiebre de confianza que haría peligrar la convivencia democrática del país. Es por esto, que reconociendo la recuperación de la democracia cristiana y valoración como institución política, la figura que mejor representa el bien común de Chile y el servicio del partido al futuro de la patria es nuestro camarada presidente Ignacio Walker Prieto.