jueves, julio 19, 2012

¿Tu también, Cristián?. Juan Claudio Reyes. Sociólogo



Mi hija Catalina vive sola en Londres desde hace unos años y vio el video de la persona que inculpa a Cristián Precht de abusos sexuales. Me pedía mi opinión, pues había quedado bastante choqueada.

Le contesté lo que me ha pedido que comparta. Aquí va.
Hace tres años, en la celebración de mi cumpleaños, una persona empezó a contar cosas de Cristián Precht. Esto era al inicio del destape del conocimiento de las situaciones de abuso de sacerdotes, tanto de adultos, abusando de su posición de "autoridad moral", como de niños, abusando del miedo de las víctimas.


En esa ocasión, entre varios hicimos callar al anunciante. De cualquiera si, pero no de Precht. Recuerdo que un amigo común, tanto de nosotros como de Cristián, presente en mi casa, fue muy agresivo con quien contaba. Todo quedó allí.
Al escuchar ahora los testimonios, como el de este video, recuerdo esta triste anécdota.

Cuando los casos de abuso llegan a personas tan dedicadas a la defensa de valores tan importantes como los Derechos  Humanos, solo cabe preguntarse si lo que hoy conocemos tiene que ver con individuos o con la construcción de organizaciones que no aprecian suficientemente las condiciones de la "naturaleza humana" y pretenden, por una "autoridad divina" de dudosa procedencia, moldear el actuar de sus miembros contra natura.

No es humano que las personas vivan sin desarrollar su sexualidad, cualquiera forma que esta quiera tener. Tarde o temprano la naturaleza se impondrá y, ante la represión, es esperable que esta se exprese por caminos mas tortuosos que lo necesario.

El celibato, institución medieval, creada por la Iglesia Católica para no tener que compartir la herencia de los curas ricos, con mujeres odiosas que la reclamaban para alimentar a los niños dejados por allí, solo sirvió para consolidar la capacidad económica de un imperio, que como cualquier otro, requiere de la potencia económica para extender su influencia y dominio.

A cambio de ello, mutiló a decenas de miles de sus miembros, hombres y mujeres que, ya todos sabemos, trataron, finalmente, de vivir su sexualidad de la peor manera.

Al igual que las tragedias de la naturaleza, cuando se construye sobre los cauces de los ríos y el agua arrasa poblados cada cierto tiempo. la Iglesia Católica tendrá que terminar de aceptar que las consecuencias de su inhumanidad la pagará con el peor desprestigio, como el que vive hoy.

Al igual que millones en el mundo, no me siento hoy parte de una institución la que quise y respeté. ¿Hace eso tambalear la fe? Si, a veces. Hay que desarrollar entonces fortaleza para separar fe de institución. Es lo que nos queda como asilo.
Es un tema duro hija, pero que no se debe seguir escondiendo.
Te quiero mucho.