Alcances sobre la reforma del sistema tributario de Chile.Hernán Frigolett Rodríguez.Economista. Director Instituto Jorge Ahumada.
Sin
lugar a dudas que el fundamento principal y más importante para que los
sectores progresistas del país estén demandando un cambio sustantivo del actual
sistema tributario es la mala distribución del ingreso. Esta ha persistido en
el tiempo, no obstante el crecimiento que ha tenido la economía en las dos
últimas décadas.
Al
respecto, las cifras de la Casen son bastante decidoras; sus resultados
muestran que en el año 2009, el ingreso autónomo per cápita del decil más rico
de la población supera en 46 veces al más pobre. Esto significa que una persona
del decil más rico tiene un ingreso anual equivalente a 46 años de ingreso del
más pobre. El ingreso autónomo corresponde al que cada familia obtiene
directamente de su participación en el mercado, derivado del trabajo personal y
de la posesión de factores productivos.
Los
esfuerzos distributivos que realiza el gobierno, captando con la tributación
parte de los ingresos generados en el año, para atender a los sectores más
pobres han paliado un tanto la mala distribución, disminuyendo la relación
entre los ingresos per cápita de los deciles más rico y el más pobre a 26.1
veces, lo que a todas luces sigue siendo insuficiente.
Por
otra parte, pese al avance que se ha logrado en la erradicación de la pobreza,
ésta todavía afecta al 15,1% de la población y un 3.7% se encuentra en la
indigencia, lo que se traduce en que todavía hay 2.508.880 personas que viven
en la pobreza y de éstas, 620.387 están en la indigencia. Los gobiernos de la
Concertación lograron disminuir la proporción de pobres e indigentes desde el
38,6% y el 13,0%, respectivamente, registrada en 1990.
El
cuadro anterior se agrava más cuando se incorporan las inequidades de la oferta
de los servicios de educación, salud y del sistema de pensiones las que, al
unirse con la mala distribución del ingreso, se convierten en el condimento
para el descontento y efervescencia que están afectando la paz social del país.
Una
de las principales causas de la mala distribución del ingreso es el bajo nivel
de los salarios en relación al de las utilidades, lo que redunda en una pésima
distribución del ingreso primario generado en las empresas. Esto se corregirá
en la medida que se logren avances de importancia en el grado de
sindicalización del mercado laboral, el cual es muy insuficiente ya que sólo
representa alrededor de un 12% del total de los asalariados del país.
Dada
esa circunstancia, mientras se diseñen y apliquen políticas en pro del
mejoramiento del grado de sindicalización, la única posibilidad para mejorar la
distribución del ingreso queda entregada a la acción gubernamental. Ésta debe
orientarse a aumentar la captación de los excedentes de los sectores más ricos de
la población para transferirlo a los sectores más desposeídos y también para
mejorar la prestación de servicios públicos, especialmente los de educación y
salud, así como para constituir un desestímulo para aquellas actividades o
consumos que deterioren el medio ambiente.
De
esa forma, se estará velando para que se cumpla una de las funciones
fundamentales del Estado moderno: formular y aplicar políticas económicas y
sociales que garanticen que la población del país vaya renovándose cada vez en
mejores condiciones de igualdad, con mayor nivel cultural y de calificación, de
salud personal y de mejoramiento y preservación del medio ambiente, que son los
principales fundamentos sobre los que debe descansar la paz social.
Todo
lo anterior señala el imperativo de una reforma tributaria integral, que no
sólo aumente la recaudación sino que elimine del actual sistema los defectos
que le han ido dando un carácter cada vez más regresivo, mediante la creación
de mecanismos de elusión que han ido incrementando el llamado gasto tributario
(monto que deja de percibir el fisco debido a que los contribuyentes utilizan
mecanismos legales para reducir su base de tributación). Es así como mientras
que el ingreso que obtienen las personas por concepto de remuneración a su trabajo
tributa sobre el total devengado en el año, la tributación sobre la utilidad
recae sólo sobre la efectivamente retirada y no sobre la total, quedando el
resto de las utilidades conformando fondos para inversión y la tributación
correspondiente diferida (FUT; APV). Por otra parte, los inversionistas
inmobiliarios en bienes raíces DFL2 no tributan sobre las rentas que perciben
por su arrendamiento, (se refiere al stock de bienes raíces anterior a la ley
de financiamiento de la reconstrucción que limita el beneficio a 2 propiedades)
y una serie de actividades productivas no tributan sobre las utilidades
efectivas sino que pueden acogerse a un régimen de renta presunta de derecho,
es decir, que no admite prueba en contario. Asimismo, hay actividades privadas
que están exentas del IVA. Estos y otros “escapes legales” hacen que el actual
sistema carezca de equidad horizontal y vertical.
En
síntesis, una reforma del sistema tributario debe ser tal que permita aumentar
la recaudación para financiar la acción del Gobierno en la reducción de la
brecha de la desigualdad, por lo cual debe concentrarse en la tributación
directa; en la reestructuración del sistema educacional del país, mejorando su
calidad y cobertura; para establecer un sistema de salud y de previsión social
más solidario y para crear las condiciones que permitan alcanzar un desarrollo
económico y social sustentable en el futuro.
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