viernes, marzo 23, 2012

Presidenciales 2013: El Chile de los ciudadanos y el Chile de los candidatos. Diario30


Diario30Abraham Lincoln (1860) bien decía que “el sentir de las personas lo es todo. Con el sentir público nada puede fallar; sin él, nada puede funcionar. Aquel que logre sintonizar con el sentir ciudadano llega más lejos que aquel otro que solo inaugura estatuas o ejecuta decisiones de mayor o menor dificultad”.
El problema de un tiempo a esta parte para la mayoría de la clase política, incluida la prole de candidatos aspirantes a la Moneda, es su incapacidad para interpretar este sentir público.  Existe una verdadera disociación entre las agendas y tiempos que manejan políticos, politólogos, medios y la ciudadanía. Los primeros y como vía fácil para marcar diferencias, han decidido encapricharse, primero, con ciertas discusiones político-constitucionales (presidencialismo versus parlamentarismo u/o asambleísmo; sistema electoral binominal versus proporcional; inscripción automática y voto voluntario versus obligatorio).


Otra forma express para separar aguas y destacar en la cuña de 10 segundos del noticiero es convertirse en un ávido polemista y especialista de aquellos temas definidos como “valóricos” y asociados a las llamadas libertades negativas (antes, la legalización de la marihuana o las uniones civiles homosexuales, ahora, el aborto terapéutico y eugenésico). El estado llano, en tanto,  los ciudadanos comunes y mortales, a través de su única forma de expresión más o menos periódica, la encuestas, manifiestan otras preocupaciones.
Si tomamos como muestra la CEP de diciembre de 2011[1], los chilenos privilegian una solución al problema de la pobreza  e indigencia (25%) por sobre una discusión del sistema binominal (sólo un 2%). Y con justa razón. Si se analiza última Encuesta de Caracterización Socioeconómica (2009), alrededor de un 15 % de chilenos continúa viviendo en situación de pobreza y otro 3,7% en condiciones de extrema pobreza. Incluso más. Ese año la tasa de pobreza aumentó 1,4 puntos porcentuales respecto de la medición 2006, mientras que los indigentes se incrementaron en 0,5 puntos en igual período. Para que hablar de la brecha de ingreso entre el 20% más rico de chilenos y el 20% más pobre. Ahora se multiplica por 14[2]. Si se toman cifras actuales de crecimiento económico, la pobreza hacia 2015 (incluida la indigencia) debería situarse en torno a un 11% del total de la población[3]. Cifras igual de dramáticas e importantes que las registradas a la fecha. Por lo tanto, una gran mayoría de ciudadanos entiende que el crecimiento per se ya no es la panacea. Así se vislumbra en la misma CEP (publicada en medio de un clima de crecimiento económico estable). Los chilenos (sobre todo los más postergados) entienden que su desarrollo personal y familiar a mediano y largo plazo, pasa fundamentalmente por mejorar el acceso a una educación de calidad (53% de menciones) y no tanto por una mejoría circunstancial de sus sueldos (25%) o una restricción presupuestaria momentánea a raíz de un alza en el IPC (16%).

¿Dónde está entonces la gran reforma a la calidad de la educación?. Todavía no existe. La única agenda de los candidatos y políticos al respecto es su mejor o peor posicionamiento frente al movimiento estudiantil y la transaca entorno a la ley anual de presupuestos.

Por otra parte, un 40% de chilenos manifiesta majaderamente la urgencia de perfeccionar las garantías de oportunidad, acceso, calidad y protección financiera en salud. Sin embargo, todo pretensión de un Estado que proteja a sus ciudadanos frente a un sinnúmero de enfermedades, queda en el mero discurso ante un desmantelamiento progresivo del sistema público y el fortalecimiento de uno privado cada vez más caro (y en muchos casos poco transparente)[4].

No es de extrañarse entonces que un 55% de los encuestados en la CEP piense que el país está estancado. Y que se lo atribuyan al sistema político en su conjunto, entregando sólo un 7% de aprobación a los partidos, un 13% al Congreso o un 22% al gobierno. O que desaprueben por igual a oficialismo (55%) y Concertación (54%).

¿Por qué esta disociación de agendas?:

En lo medular los políticos y candidatos creen que una agenda propia ( o de su entorno directo y grupo de asesores) ideada para capturar atención de los medios y de su círculo cercano (intelectual, político o de clase), es suficientemente representativa de los intereses de una mayoría de chilenos.

Pero no lo es. Esencialmente por que su interés primario radica en satisfacer un ego personal a partir de victorias retóricas y tácticas de corto plazo,  obtener un reconocimiento interpares y hablar-polemizar con una cierta elite (a la que se busca cautivar o minimizar a través de una pléyade de canales  como El Mercurio, La Tercera o El Mostrador) y no con el estado llano chilensis (en aquellos medios populares y menos glamorosos como La Cuarta o canales locales).

Veamos algunos casos ilustradores. En la Concertación, la agenda de algunos líderes socialistas y PPD parece circunscribirse a un progresismo falso, inexistente,  que prescinde de un discurso de las libertades desde el terreno de la protección y la justicia, y cae en un conservadurismo libertario (ese de un Estado que no joda, que me deje hacer lo que quiera, el de la agenda corta-mediática de la legalización del aborto que incluso delimita los sentidos de pertenencia y alianza política y califica de intolerante aquello que no comulga con su particular definición de progresismo).

Ahí tenemos a Lagos Weber (a propósito de negación de Ena Von Baer al aborto terapéutico porque la mujer sólo “prestaría el cuerpo”. “Ena no lo vende ni lo arrienda solo lo presta. Se convenció que el lucro no era bueno”[5]); a Fulvio Rossi (“No sé que hago en una coalición donde hay espíritus tan conservadores”[6]); o a Carolina Tohá (“Si hoy se aprueba aborto terapéutico avanzamos como sociedad. Si se rechaza es porque todavía los conservadores administran los valores”[7]). En el caso de ésta última, su disociación con un progresismo más profundo y auténticamente ciudadano, logra su máxima expresión al criticar a Piñera por plantear que la prioridad del gobierno “serán las reformas sociales y no las políticas”[8] .

No es raro entonces que un última CEP, un 59% de votantes de centro y otro 53 % de independientes que eventualmente podrían votar por alguno de los abanderados concertacionistas rechacen la labor de esta coalición. El problema mayor de esta oposición sin embargo, es con su propio electorado, donde las cifras son poco auspiciosas (rechazo alcanza un 47%).

La falta de liderazgos creíbles y competentes que sinteticen agenda social de una mayoría de chilenos, se revela no sólo con cifras anteriores sino también al evaluar las preferencias del soberano hacia los mismos líderes-conductores progresistas con ínfulas presidenciales y con activa presencia en el debate público local. De los líderes de oposición resaltados por encuestados en la CEP (Carolina Tohá, Ricardo Lagos Weber, Ricardo Lagos, Andrés Velasco o Marco Enríquez-Ominami), ninguno logra más allá del 2% de las menciones.

Bachelet en tanto, absolutamente ausente del devenir político local, sigue logrando diferencias escalofriantes (desde diciembre de 2010, un 38%de los electores la considera la figura más importante de la oposición). De todas estas figuras, la ex presidenta al parecer es la única progresista que da ciertas garantías de liderazgo protector y socialmente reformista (jugado por una agenda que equipare oportunidades de desarrollo para todos los chilenos).

Al otro lado del charco la cosa no anda mejor. La disociación entre la agenda del oficialismo y los votantes se cristaliza en la figura del defensor de palacio y carta presidenciable, Rodrigo Hinzpeter. Su discurso revela una obcecación patológica con una agenda social enfocada en el control de la delincuencia antes que en la prevención de sus causas (pobreza y acceso limitado a educación de calidad). Existiría un convencimiento por parte del Ministro del Interior que una concepción conservadora de la delincuencia (sustentada en los principios de orden y respeto a la autoridad) es compartida por el resto de la sociedad (cuando sólo responde a una concepción ideológica de una pequeña elite de derecha).

Nada más lejano. Por ejemplo, el que un 61% de los consultados en la CEP rechace que los estudiantes se tomen los colegios y universidades, y otro 79% que marchen por lugares no autorizados, no quiere decir que estén en desacuerdo con agenda de estudiantes, con las marchas y con prioridad de una reforma a la educación. De hecho, un 62% de esos mismos encuestados está de acuerdo con que los estudiantes organicen marchas para protestar por una mejora del sistema educativo.

Es decir, los chilenos conciben el orden no como un fin en si mismo, sino como un medio para avanzar en la conquista de una serie de reivindicaciones sociales dentro de un marco de estabilidad institucional  y social.

Las encuestas en este caso tampoco mienten. El declive en las opciones presidenciales de Hinzpeter y la baja en la aprobación del gobierno sólo se profundizan con cada zarpazo a la independencia del poder judicial o estado de sitio pensado para controlar posibles aysenasos. El gobierno obtiene sus peores cifras de aprobación en materia de educación (7%), pobreza (8%) y delincuencia (8%). Hinzpeter en tanto, sólo obtiene un 3% de preferencias (frente a un 20% de Golborne o 5% de Allamand).

Lo anterior no quiere decir que muchas de las discusiones propiciadas por políticos y medios no sean pertinentes o importantes. El problema es que las grandes REFORMAS VALÓRICAS, aquellas destinadas a combatir rezago social, elitismo y falta de libertad y autonomía en un sentido positivo, lamentablemente no se abordan. He ahí el desafío y clave de éxito para cualquiera de los aspirantes a la Moneda. Quien logre posicionar un discurso valórico que sintetice responsabilidad/estabilidad y justicia social/reforma al sistema de oportunidades, habrá dado un paso importante en la conquista presidencial.
[1] Ver esta y sucesivas cifras de aprobación ciudadana en Encuesta de Centro de Estudio Públicos noviembre-diciembre 2011 en: http://www.cepchile.cl
[2] Ver CASEN 2009: http://www.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/casen2009/
[3] Arturo León, “20Perspectivas de reducción de la pobreza en Chile: calibrando la meta para el año 2015″. Ver: http://www.eclac.cl/cgi-bin/getProd.asp?xml=/dds/noticias/paginas/5/10745/P10745.xml&xsl=/dds/tpl/p18f.xsl&base=/tpl/top-bottom.xsl

[5] Ricardo Lagos Weber vía Twitter. Ver: http://www.cambio21.cl/cambio21/site/artic/20120314/pags/20120314153208.html
[6] En ADN Contigo | Marzo 14 de 2012.
[7] Carolina Tohá vía Twitter. EL 13 de marzo a las 1:02 pm. Ver: https://twitter.com/#!/Carolina_Toha/statuses/179537907000946688
[8] El Dínamo, 30 de enero de 2012. Ver: https://www.eldinamo.cl/2012/01/30/toha-y-cambio-del-binominal-todos-nuestros-votos-tienen-que-estar-disponibles-para-esa-reforma/+&cd=9&hl=es&ct=clnk&gl=es