miércoles, marzo 07, 2012

¿Por qué Orrego?. Patricio Zapata


Sus años como alcalde de Peñalolén, con sus éxitos y sus contratiempos, le han enseñado la importancia de escuchar a la ciudadanía.
HAY VARIAS personas valiosas que quieren llegar a la Presidencia de la República en marzo de 2014. No soy de los que se complica con la proliferación de precandidatos. Tampoco considero que sean prematuras. Por el contrario, me parece sano que las interesadas y los interesados tengan la oportunidad de hacer pública su disposición y cuenten, además, del tiempo suficiente para difundir sus ideas y programas.

Esto resulta ser especialmente gravitante para las figuras opositoras. Los candidatos de la derecha, todos ellos ministros de Estado con alta visibilidad, tienen garantizado un alto grado de exposición mediática.


En este sentido, me ha parecido muy bueno que Ximena Rincón haya levantado su precandidatura. Después de ver la forma brillante en que se ha desempeñado, primero como intendenta y ahora como senadora, no me cabe duda que tiene todas las condiciones para ejercer un gran liderazgo nacional. Estoy seguro, por otra parte, que nombres como el de Andrés Velasco o José Antonio Gómez constituyen alternativas válidas y, de paso, enriquecerán nuestros debates. 

En esta columna y sin desmerecer a los otros nombres en discusión, quisiera compartir las razones que me han llevado a entusiasmarme con el hecho de que un grupo grande y significativo de dirigentes sociales, políticos y juveniles hayan lanzado la candidatura presidencial de Claudio Orrego.

En primer lugar, quisiera destacar el hecho de que la postulación de Orrego haya puesto como eje central de su campaña la lucha contra las distintas desigualdades que siguen lastrando las posibilidades de desarrollo de cientos de miles de compatriotas.

En segundo término, quiero valorar la experiencia que aporta Claudio. Sus años como alcalde de Peñalolén, con sus éxitos y sus contratiempos, le han enseñado la importancia de escuchar a la ciudadanía. Más que nunca antes, los problemas de Chile deben ser abordados en perspectiva participativa y no meramente tecnocrática.

Luego, debo señalar que me complace su firme compromiso con la renovación de la política. No me cabe duda que en esta candidatura, los jóvenes de verdad (los menores de 30 años) van a  encontrar espacios reales para aportar y liderar.

Finalmente, quiero destacar la claridad con que Claudio entiende las exigencias de la gobernabilidad. El sabe que es indispensable construir una nueva mayoría por los cambios. Tiene claro que esa mayoría nueva tiene que ser algo que supere a la vieja Concertación. No cae, sin embargo, en el error ingenuo de pensar que la mejor forma de gobernar es sin los partidos políticos.

Son estas razones y otras más que no caben en este espacio, las que me impulsaron a concurrir al acto de proclamación de Claudio Orrego el sábado pasado. La actividad, muy alegre, se hizo en la cima del cerro Santa Lucía. Se recordará que fue un día de calor casi récord (34,6°).

Recuerdo ahora lo que pensé cuando terminado el evento y, protegida mi pelada por un jockey, bajaba caminando del cerro a eso del mediodía: "¡Por Dios, que fuerte  brilla el Sol!".