lunes, marzo 05, 2012

¿Le damos plata a los ricos? Un análisis de la propuesta de gratuidad en la educación.Carlos Anriquez .


Estimados camaradas: una de las propuestas que ha circulado durante las movilizaciones estudiantiles de 2011, es la de dar gratuida universal, en particular en la educación superior. Esta propuesta que ha prendido fuertemente entre estudiantes, políticos y otros personeros, es indudablemente atractiva, sin embargo, como en las lineas siguientes lo demuestro, es una linea programática que se opone a las raices mismas de nuestro partido, desde que consiste en realidad en desviar los subsidios del presupuesto nacional para financiar necesidades de la clase media y los que tienen más, quitándoselos a los más pobres, a los que no tienen nada. No quiero que se entiendan mis afirmaciones como consideraciones dogmáticas sino más bien como la presentación de mis conclusiones sobre el tema en cuestión y ojalá la apertura de una diálogo, ojalá fundamentado, sobre el tema.

La propuesta de otorgar gratuidad a todos los estudiantes universitarios se basa en dos argumentos: acceso universal e integración de estudiantes de distintos orígenes en los establecimientos de educación superior. Hay quienes lo amplían a la educación prebásica, básica y media.
Esta propuesta presenta tantas debilidades que resulta insostenible desde el punto de vista de la justicia, de la integración social y de la equidad. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que es .una medida esencialmente reaccionaria. Como sabemos una doctrina reaccionaria es aquella que propone que la sociedad vuelva al pasado implantando sistemas y regímenes que funcionaron en el pasado pero que ya no tienen vigencia.
En primer lugar, tal como Carlos Peña concluye en una de sus columnas, subsidiar a los pobres y no hacerlo con los ricos, hace que la brecha entre ambos disminuya más que si les da a ambos por igual. Luego, es mejor dar más a los que no tienen, que dar lo mismo a los que tienen y a los que no tienen.
En segundo lugar, al considerar la variable tributaria hay que preguntarse si lo anterior se modifica si se financiara la educación gratuita para todos gravando con mayores impuestos a los más ricos. El problema es que con prescindencia del origen de los recursos, si subsidiamos a los que tienen y no tienen por igual se mantiene la diferencia entre ambos, mientras que si solo se les da a los que no tienen y no se subsidia a los más ricos, se reduce la desigualdad más que en la opción anterior. En otras palabras, aunque los más ricos pagaran más impuestos (y parece razonable que lo hagan) no sería justo darles también a ellos educación gratuita.
En tercer lugar, está la idea de la integración. Suponer que la gratuidad universal llevará a las mismas universidades a pobres y ricos es absurdo. Lo que pasará es lo mismo que ocurre hoy: que los alumnos de los establecimientos más caros, más selectivos y más dotados, alcanzarán los puntajes necesarios para ingresar a las mejores universidades, mientras que los que hayan egresado de establecimientos con menor capital cultural, menores recursos, etc., irán a las universidades o institutos de menor calidad académica, que no hacen investigación, que tienen una dotación académica “part-time”, o sea a las peores instituciones de educación superior. De modo que también si la educación fuese gratis y pública, los más ricos asistirían a las instituciones más prestigiosas y los más pobres en las menos selectivas. En resumen, “más de lo mismo, pero gratis”.
La gratuidad, en resumen, con o sin reforma tributaria, a lo menos mantiene la brecha entre pobres y ricos – es inequitativa – y mantiene la discriminación según ingresos, canalizando a los alumnos de mayores recursos hacia las mejores y a los de menos recursos hacia las peores instituciones de educación superior..
La solución del problema de acceso equitativo a la universidad a por lo tanto no parece estar en la gratuidad. ¿Hay otras opciones para resolver el problema? Evidentemente que si. En primer lugar, un programa de discriminación positiva, que puede funcionar agregando puntaje según el nivel socioeconómico en que esté clasificado el establecimiento del cual procede el alumno, lo que los dejaría en posición competitiva a los mejores estudiantes que provengan de dichos establecimientos. Una segunda opción es la aplicación se un sistema de cuotas, de modo que obligatoriamente las universidades más selectivas, deberían incorporar ciertas cuotas de alumnos provenientes de tales establecimientos. Una tercera opción, es la de financiamiento público directo a grupos de más alto rendimiento escolar en los establecimientos en riesgo y “licitar” entre las universidades de mayor selectividad, la educación de esos estudiantes.-
Estas medidas, que tienen por supuesto ventajas y desventajas, son soluciones diversas pero realistas a los problemas de la equidad, la accesibilidad y la integración que harían que las instituciones más selectivas matricularan a estudiantes de sectores históricamente excluidos, ampliando la formación de élites y rompiendo el círculo vicioso de la educación hereditaria que hoy impera en nuestro país.
Se ha usado en defensa de la gratuidad, el modelo histórico, es decir el  Chile de hace 30 o 40 o 50 años atrás. Al señalar esa etapa de educación gratuita,   se olvida que los estudiantes de educación superior eran el 2,5 % de la población, todos de los estratos de ingresos más altos de la sociedad. Mientras tanto, los más pobres tenían 5 ó 6 años de educación básica y la deserción antes de 4° Básico superaba el 50%. La población que llegaba a la Universidad era financiado por un presupuesto nacional alimentado por ingresos tributarios indirectos que son por definición regresivos, En efecto, un 60%, de los ingresos tributarios provenían de impuestos indirectos, mientras los impuestos directos aportaban un 24% de los ingresos, pero con tasas de elusión y evasión tan altas que tambien los transformaban en cargas regresivas para los contribuyentes. Ahora bien, siendo los pobres los que contribuían en mayor proporción al financiamiento, eran simplemente excluidos de los estudios superiores. Solo un 2% de los estudiantes provenían de familias pobres: un 0,4% pobres rurales y el 1,6% restante, pobres urbanos.
Pero esto tenía una segunda lectura más grave todavía: Chile era un país en el que la clase media era subsidiada además de la educación, en la vivienda, la salud, y la previsión social. El argumento entonces es pésimo, porque habla de una sociedad brutalmente desigual y llena de miseria y donde además, los más pobres contribuían, pagando impuestos indirectos el bienestar de las clases media y alta. Hay que mirar someramente el financiamiento fiscal hoy día para darse cuenta que aunque no estamos ante la misma situación de los 60 y 70, los impuestos indirectos, principalmente el IVA, constituyen en 50% de los ingresos tributarios. O sea, sigue siendo un sistema tributario regresivo y eso continuará haciendo que los pobres financien a los más pudientes.
Algunos dicen no entender dónde está el hecho de que los más pobres financian a los más ricos. Eso es lo que vamos a aclarar ahora. . Uno de los fundamentos que sustentan esta propuesta
Uno de los fundamentos que se atribuye a esta medida es que “el rico”, (El quinto quintil o, mejor aun, el décimo decil) por sus niveles de gasto – y por lo tanto su supuesta mayor tributación – contribuyen mucho más a los ingresos fiscales. Además son pocos, unas 10.000 a 15.000 personas, de modo que el mayor gasto por gratuidad sería escaso y estaría financiado por los impuestos que ellos pagan. Pero se da el caso que estos ni son “las 5 familias”, como afirman los defensores de la gratuidad: son las familias del 4° y el  5°  quintiles de ingresos del país. De modo que el volumen de recursos asignados a subsidiar a las familias de mayores ingresos sería significativamente alto. Aun cuando estemos de acuerdo en que se apliquen aranceles diferenciados o un subsidio menor al cuarto quintil, el hecho crudo es que si se subsidia a todos por igual, caeremos en una inaceptable trampa de inequidad.
Por otra parte, se argumernta a favor de la gratuidad que la educación es un bien público.Siendo así, sería similar a la seguridad ciudadana por ejemplo, por lo que debería distribuirse gratuitamente entre todos los ciudadanos por igual. Pero hay que aclarar que, siendo un bien público, la educación no es igual a la seguridad ciudadana. Es más parecido a los programas sociales que existen porque el bien que distribuyen es un bien público que se concentra en un tipo específico de personas, particularmente, salud, vivienda y previsión social.
Mientras la seguridad ciudadana es universal y no discrimina en sus prestaciones, los mencionados son programas focalizados en grupos que tienen características definidas y similares, Y se da, además el caso que todos exigen copago a los beneficiarios. ¿Qué hace tan distinta a la educación que tenga que ser gratuita, mientras otros programas, salud por ejemplo que es un bien más valorado que educación, es un programa no gratuito?
Hay una cuestión doctrinaria no menor que debemos considerar: en la asignación alternativa de recursos no hay que olvidar que en Chile queda un 15% de pobres, que requieren educación básica y media de calidad. Asignar recursos a cupos gratuitos para estudiantes de familias que pueden pagar, significa restarlos de la educación básica y media que necesitan los más pobres, una forma indirecta de subsidiar a los que tienen más con recursos de los que tienen menos. Financiar la totalidad de los estudios superiores a todas las familias es desde este punto de vista, una medida regresiva.
Optar por asignar recursos a la educación básica y media para los pobres, de buena calidad y gratuita dentro del presupuesto de educación, resuelve una injusticia que nos avergüenza como chilenos.
Entendiendo que hay que canalizar algunos subsidios a la clase media, es necesario recordar que los más pobres carecen de  organización, no tienen redes de apoyo, no hacen desfiles con pancartas ni pueden hablar con las autoridades. Carecen también de salud decente, de seguridad social y viven en sectores sin apropiados servicios comunitarios. La pregunta es ¿A quién queremos favorecer en esta sociedad donde los pobres son cada día más pobres: a los que tienen más o a los más pobres? ¿Cuál es el camino para forjar una sociedad comunitaria: subdiar a los ricos o subsidiar a los pobres?