lunes, enero 23, 2012

Acuerdo RN-DC “diálogo mantenido en silencio”. Leonel Sánchez Jorquera


Desmenuzando el acuerdo “Un nuevo régimen político para Chile” nos encontramos con un texto abundante en señales políticas que la prensa no ha considerado, pues se queda en las rimbombantes declaraciones – que parecen verdaderos fuegos artificiales – más que en los contenidos políticos implícitos y explícitos del texto.
Se podría agradecer y hasta felicitar que RN por fin suscriba que están por un “cambio del actual sistema electoral”. “El nuevo régimen político y la nueva realidad requieren de un nuevo sistema, que responda a la crisis de representación, que incluya la diversidad, posibilite la generación de acuerdos para sustentar Gobiernos mayoritarios, que evite la fragmentación excesiva y establezca la existencia de una Oposición con derechos y obligaciones. Esto conduce a un sistema electoral proporcional corregido, que permita ampliar sustancialmente la representatividad” (Acuerdo RN-DC).

El problema de dicha declaración es que el señor Larraín puede incluir bajo el concepto de “sistema electoral proporcional corregido” cualquier cosa, como por ejemplo, mantener el sistema binominal, con sus distritos y cupos, aumentando la cantidad de diputados a elegir a nivel nacional mediante una cifra repartidora que refleje la proporcionalidad de las fuerzas políticas en su resultado electoral de todo el país.
Es decir, se eligen 120 diputados por sistema binominal y 30 diputados por proporcionalidad nacional y tenemos ¡un sistema electoral proporcional corregido!

En definitiva, RN firma un acuerdo dejándose las llaves para reformularlo en las implementaciones concretas, lo cual demuestra la gran habilidad política de uno de los firmantes, el señor Carlos Larraín.

Pero el texto tiene otras declaraciones.

¿Qué quiere decir? “La historia es parte de la cultura de nuestros pueblos. Pero la vida de las sociedades actuales está mucho más marcada por el presente y el futuro. Los hechos de nuestra historia política reciente no han sido vividos por parte importante de nuestra sociedad. La historia no es suficiente para sustentar un sistema. Ni siquiera la buena historia” (sic). (Acuerdo RN-DC)

¿Para qué colocar este párrafo?

¿Es el fundamento para generar nuevas alianzas políticas con un sector de la derecha?

Uno de los posibles efectos políticos del acuerdo es el aislamiento político de la UDI, que en parte se estaría logrando, pero llevado a su extremo significaría la salida de la UDI del gobierno – ahora o después de las municipales – situación que tiende a generar a un gran sector de los actores políticos una espontánea alegría. Pero ¿El Gobierno y RN estarían dispuestos a quedarse solos gobernando?

Sabemos que un cambio del sistema político chileno impulsado por el gobierno de Piñera que termine con el binominal, entre otras cosas, es imposible con la UDI siendo parte de dicho gobierno.

El señor Larraín cuando pone su firma en el documento, imaginamos tiene plena conciencia que puede romper la alianza de gobierno, de hecho está trizada.

Entonces, es de toda racionalidad suponer que debe tener un plan alternativo a dicha consecuencia política. En parte, se nos deja ver en el propio documento al señalar que “la vida de las sociedades actuales está mucho más marcada por el presente y el futuro” más aún Larraín y Walker nos notifican “la historia no es suficiente para sustentar un sistema. Ni siquiera la buena historia”

A buen entendedor…

El acuerdo tiene contradicciones ontológicas que lo hacen digno de ser una pieza para el estudio de la paradoja en política.

En efecto, ejes del documento y de la presentación en sociedad o puesta en escena – ambos elementos forman parte del acuerdo, uno más literal, otro más simbólico – dicen relación con la trasparencia en política y la critica al presidencialismo exacerbado.

Pues bien, el acuerdo fue logrado en “un largo trabajo de diálogo que se había mantenido en silencio” e impuesto, por lo menos en el caso del PDC, sin el conocimiento y debate de los órganos de conducción política.

Tenemos un acuerdo político fruto del exacerbado presidencialismo de los partidos y generado en un silencioso diálogo que pretende terminar con un sistema presidencialista y trasparentar la política chilena. Lo que está detrás es el arraigo de una cultura oligarca en el desarrollo de la política chilena por parte de los actores que tienen el poder.

Finalmente, importancia tiene el verdadero lavado de imagen que contiene el documento para con la figura de Carlos Larraín al señalar en el último punto dedicado a “nuestra realidad y el desafío” que “los demócratas deben asumir su responsabilidad. Los demócratas tienen el deber de conducir el proceso político” terminando con una proclama de que “hemos dialogado y consensuado estos contenidos, lo hemos hecho teniendo en vista el bien común de Chile y su pueblo”.

¿Será el único precio – dicho eufemísticamente – exigido por el señor Larraín para firmar?

¿Habrá exigido garantías o resguardos frente a la crisis de gobierno que puede originar el acuerdo RN-DC?

Como señalan los periodistas, estamos frente a una “noticia en desarrollo”