lunes, agosto 22, 2011

Educación, ciencia y futuro. HÉCTOR CASANUEVA


Según Henry Markram, investigador de l’Ecole Polytechnique Fédérale de Lausanne, en Suiza,  impulsor del proyecto, todos tenemos la misma cantidad de neuronas, y de hecho el cerebro de  Einstein no tenía más neuronas, pero sí más células gliales. Su cerebro consumía más energía, y  por ahí tal vez, potenciando esas células, sea posible ampliar también la inteligencia humana, no  solamente con la hibridación con la artificial.

El avance exponencial de la investigación científica, y sus sorprendentes resultados,  plantean desafíos concretos a la ética y las ciencias sociales, como el derecho, la  sociología, la politología, y desde luego, a la educación. Han surgido con fuerza,  aunque incipientemente, disciplinas ad hoc, como la bioética y el bioderecho, cuyo  desarrollo apunta a la canalización de estas energías creadoras hacia más  humanidad, mejor calidad de vida, previniendo y normando situaciones y  desviaciones que potencialmente pusieran en riesgo valores y principios esenciales  a la condición humana.
Cuando exigimos una educación de calidad, debemos situarnos en esta nueva  realidad y en los escenarios de futuro que es posible prever. Sin ir más lejos, el  llamado fenómeno de la “singularidad”, es decir, de la convergencia entre la  inteligencia artificial y la humana, capaz de crear cyborgs y humanos superdotados, 
pone a prueba nuestra capacidad para prever sus consecuencias.Una nueva civilización está surgiendo de la convergencia de las mentes, la  información y la tecnología, para crear una “inteligencia colectiva”, un “cerebro  universal” actuando en tiempo real. Ya hay una suerte de conexión global y hasta  una cierta ubicuidad, especialmente en los jóvenes. Pensemos un poco más allá: 
¿Cuáles serán las consecuencias para la educación, por ejemplo, cuando la  información históricamente acumulada esté disponible y accesible en tiempo real  desde nuestros propios cerebros conectados on line 24/7 mediante un chip  implantado “de serie”? ¿Cuáles los contenidos del currículum, el rol de  los 
profesores? Es algo que ya es posible, solo que no se ha generalizado. Tal vez la  existencia misma de locaciones físicas para colegios y universidades no sea  necesaria, si se puede acceder a cursos completos on line de las mejores  universidades del mundo. Uno podría armar su currículum para una carrera o  grado escogiendo contenidos en diferentes centros de estudios de varios países. 
Solo es cuestión de cómo certificar las competencias y conocimientos adquiridos y  su reconocimiento. Ya nuestros alumnos actualmente comprueban nuestras  lecciones en clase con sus celulares conectados a Internet, y la química  computacional permite en muchas investigaciones prescindir de laboratorios, con  enormes ahorros de tiempo y recursos.
El cerebro tiene del orden de cien mil millones de neuronas, que consumen  solamente 20 watios, o sea, lo que gasta una ampolleta. El proyecto “Cerebro  Humano” que se iniciará el próximo año en Europa va a desarrollar un número  similar de procesadores que también consumirán poco, y se prevé que en 2018  logrará la capacidad técnica para simular ese número de neuronas. El objetivo es  acelerar la investigación para eliminar enfermedades como el Parkinson o el  Alzheimer, pero también permitirá crear robots inteligentes. Y eventualmente  potenciar la capacidad cerebral humana, a partir del descubrimiento de que ello  está muy relacionado con las llamadas células gliales, células que proveen la  energía metabólica para que el cerebro funcione. Según  Henry Markram, investigador de l’Ecole Polytechnique Fédérale de Lausanne, en Suiza, impulsor del  proyecto, todos tenemos la misma cantidad de neuronas, y de hecho el cerebro de Einstein no tenía más neuronas, pero sí más células gliales. Su cerebro consumía  más energía,y por ahí tal vez, potenciando esas células, sea posible ampliar  también la inteligencia humana, no solamente con la hibridación con la artificial.¿Solo alumnos brillantes en escuelas y universidades virtuales? Es posible. Pero  además, seres humanos inmortales, o con vidas prolongadas que pueden llegar a  los 150, 200, o más años. De hecho, el descubrimiento de la enzima “telomerasa”,  que permite prolongar la vida y capacidad reproductiva de los “telómeros”, cuya  subdivisión limitada es la causa del envejecimiento y la muerte, augura un futuro  en que se detenga el envejecimiento, y ello, dicen los más radicales, será “la muerte  de la muerte”.
¿Ciencia ficción? No, en absoluto. Estas cosas están ocurriendo, y solo es cuestión  de tiempo su generalización. Pero ojo con ello. Qué duda cabe que los países con  fuertes y sostenidos sistemas de I+D+I estarán a la vanguardia de los avances en  estos temas (la Unión Europea, en plena crisis, ha decidido aumentar un 46% su  presupuesto de I+D+I), y el riesgo potencial radica en la utilización que se haga de  ello y su distribución global. Nuevas formas de dominación local y global se pueden  generar, tanto en la medicina, la farmacología, las comunicaciones, la educación e  inclusive -no es nada menor- la seguridad y la defensa, Una nueva desigualdad se superpondrá a la económico-social: la emergencia en  esos países, y en las élites de todos los demás, de seres de inteligencia potenciada  artificial o genéticamente, frente a otros que no tienen acceso a dichos recursos.
Por eso, volvamos al principio: ¿estamos tomando las precauciones en materia de  educación, ética, seguridad social, en definitiva en la política, para la  gobernabilidad de un decurrir que hasta el momento carece de suficientes y  adecuadas regulaciones locales y globales, con el consiguiente riesgo de que se nos  vayan de las manos, y en vez de hacer el ángel hagamos la bestia?
Esta  no es tarea solo de puertas adentro, sino de abordaje global a través del  sistema internacional. El director general del think tank global  “The Millennim  Project”, Jerome C. Glenn  alerta sobre ello en el Informe 2011 del Estado del  Futuro, señalando que el mundo debe pasar de la gobernabilidad caracterizada por  un mosaico de prioridades nacionales, a una gobernabilidad incrementalmente  regida cada vez más por la coordinación y las políticas globales apoyadas  mutuamente, para crear un mundo equitativo. También alerta sobre los grandes  cambios que parecen inevitables. Por ejemplo, la próxima revolución biológica puede cambiar la civilización más profundamente de lo que lo hizo la revolución  industrial o la revolución de la información. El mundo no ha llegado a enfrentarse  aún con las consecuencias de la escritura del código genético para crear formas de  vida nuevas.
Hay países como Finlandia que han tomado el toro por las astas, y a través de sus  gobiernos y sus parlamentos, están uniendo a la comunidad científica y educativa  con la comunidad política, para crear escenarios de futuro y gestionar el presente a  partir de ellos. Y otros, como Francia, México, Corea del Sur, Argentina, ya han  dado pasos en ese mismo sentido. En Chile, el presidente del Senado anunció la  creación de un Consejo del Futuro, y la realización en Chile a fines de año de un  encuentro para un debate general de estos temas en compañía de personalidades  mundiales, y así despertar conciencia de la necesidad de abordarlos a tiempo. Lo  que falta  todavía, es la creación y convergencia de unidades de prospectiva y  estudios de futuro a escala mundial. Tal vez deberíamos aprovechar la próxima  Cumbre Unión Europea-América Latina a celebrarse en junio de 2012 en Chile, que suma representantes de más de  mil millones de personas, para comprometer en  ello a los organismos de integración y avanzar progresivamente en la conformación  de esa inteligencia colectiva que pueda dar gobernabilidad a la nueva era.(EM)