sábado, julio 31, 2010

DEMOCRACIA CRISTIANA: MUCHO MÁS QUE UNA ELECCIÓN. ALVARO RAMIS


Las elecciones internas de la Democracia Cristiana han entrado en su última fase, lo que augura una interesante discusión al interior de ese partido. Este miércoles 28 se han retirado las candidaturas de Gabriel Silver y Aldo Cornejo por lo que sólo quedan en disputa Ignacio Walker, representado el ala derecha de la DC y Mariano Fernández desde posiciones más progresistas.
Si bien se trata de una disputa intrapartidaria, la mesa que emerja de este proceso va a tener grandes consecuencias políticas, con efectos que van mucho más allá de la propia Democracia Cristiana. Las definiciones que los distintos actores nacionales asuman a mediano y largo plazo dependerá del tipo de orientación tome en específico este partido, ya que ejerce en nuestro sistema un papel definitorio de las grandes decisiones ya que el modelo vigente, al estar construido desde el centro hacia los polos, le otorga al partido que ocupa con mayor propiedad el centro político un rol crucial y determinante.

Sebastián Piñera ha hecho evidente un claro interés por lograr un “pacto histórico” con la Democracia Cristiana. El discurso del 21 de mayo pasado, y la determinación de no aplicar un indulto generalizado a violadores de la DDHH son signos de esta decisión. Este afán tiene relación con la proyección que Piñera desea dar a un actual gobierno, que anhela prolongar construyendo una coalición que cope el centro político y le asegure mayorías estables en el parlamento. Para alcanzar este objetivo el Presidente no ha escatimado recursos y se ha atrevido a enfrentar a la UDI cada vez que ha sido necesario. Una alianza con la DC en 2014 le supondría clara ventaja en las negociaciones con sus socios gremialistas y una muy probable victoria.

En este horizonte el triunfo de la candidatura de Ignacio Walker aparece como el escenario soñado por Piñera. Por este motivo no es extraño que El Mercurio se haya definido claramente a su favor, aupando su candidatura de una manera sistemática. Walker orientaría a la DC en posiciones claramente conservadoras en lo político y neoliberales en lo económico, desplegando una oposición muy suave y conciliadora, en preparación a un acuerdo de largo plazo con el piñerismo. Los gestos de Walker han sido bastante explícitos en este aspecto, al esgrimir durante toda su campaña, de modo constante, un discurso virulentamente descalificador de todo progresismo, a un punto que es difícil diferenciarlo del que emplean los partidos en el gobierno. Para muchos militantes, bajo Ignacio Walker la DC se enrielaría en un proceso más parecido a la CODE que a la Concertación.

Por el contrario, si la victoria es para Mariano Fernández, la DC se orientaría en una clara y abierta oposición democrática al gobierno de la derecha. Su candidatura ha sabido congregar a los sectores de avanzada de su partido, con clara vocación por mantener un entendimiento con el PPD y el PS, e incluso mostrando lucidez y realismo a la hora de proponer un acuerdo más amplio, en función de construir una alternativa de poder en 2014. Fernández ha sostenido su candidatura en base a la defensa los acuerdos del V Congreso ideológico y programático de la Democracia Cristiana que constituyó uno de los momentos más esperanzadores de la política nacional en los últimos diez años, ya que definió como un objetivo estratégico de la DC la promulgación de una nueva Constitución para Chile.

El gran problema de Mariano Fernández es disputar esta elección en una cancha que se ha desnivelado dramáticamente a nivel mediático. El apoyo abierto y explícito que el grupo de Agustín Edwards le brinda a Walker contrasta con la dificultad que la tendencia de Fernández ha encontrado para hacer visible su propuesta. Sin embargo, sea cual sea el resultado, su candidatura tiene un mérito especial para quienes no somos parte de su partido: Fernández ha reposicionado en la DC ideas de avanzada social, nacional y popular, que permitieron que en Chile se alcanzaran históricas transformaciones. Por eso en las definiciones del próximo 29 de agosto se jugará mucho más que la conformación de una mesa partidaria. Se determinará el escenario de lo políticamente posible en los años que se avecinan.