lunes, febrero 22, 2010

Lo bueno y lo malo . Patricio Zapata

El Presidente electo ha presentado a su equipo.
En lo positivo, quiero destacar la valía personal y profesional de varios de los futuros ministros. El jefe del gabinete, Rodrigo Hinzpeter, es un hombre muy inteligente y demócrata desde temprano (lo sé, porque fuimos compañeros de curso en la universidad). Felipe Bulnes, el ministro de Justicia, es un talento jurídico de primerísimo nivel. Cristián Larroulet, por su parte, conjuga admirablemente el conocimiento de las políticas públicas con un carácter dialogante y afable. Estas cualidades lo transforman en un digno sucesor de quienes le han dado su sello a la Segpres (Boeninger, Arriagada y Viera-Gallo).....Podría decir cosas buenas de otros ministros, pero quiero dejar espacio para la crítica.

Me ha parecido lamentable, en primer lugar, que so pretexto de la unidad nacional el Presidente electo haya destinado gran parte del mes de febrero a pirquinear entre miembros de la DC para ver si encontraba un par que, por buenas o malas razones, estuviera dispuesto a dejar su partido por un cargo. Si lo que se buscaba, en verdad, era lograr acuerdos en el Congreso a partir de marzo, y no simplemente anotarse un porotito comunicacional, lo que había que hacer era conversar con los partidos. El "logro" de haberles levantado un militante no facilitará ese diálogo.

Me preocupa, en segundo lugar, que a los ministros les falte autonomía. Si a los fanáticos de la tecnocracia les gustó la imagen de los elegidos posando sonrientes con un pendrive con instrucciones colgando del pecho, a mí me inquieta. Prefiero líderes antes que clones. En ese sentido, lo ocurrido con el futuro ministro de Hacienda a propósito del impuesto a los combustibles es una mala señal. No me imagino a Foxley, a Eyzaguirre o a Velasco aguantando que el ministro de Economía se meta en su territorio, o que el Presidente les quite el piso tan brutalmente... y tan temprano.

En cuanto al cuestionamiento que se ha hecho del carácter "cuico" o "peloláis" de los ministros de Piñera, es evidente que dicha circunstancia no obsta a que puedan servir eficazmente a los más necesitados. El problema es que la falta de diversidad es una debilidad estructural de nuestra élite dirigente. Ahora bien, en los gabinetes de la Concertación -en los que también se repetían familias y colegios- hubo, sin embargo, espacio para talentos de auténtica raíz mesocrática (Enrique y Germán Correa) u originaria (Francisco Huenchumilla o Yasna Provoste). El futuro Presidente, en cambio, parece pensar que la excelencia se acredita únicamente con cartón de la Pontificia y posgrado en los Estados Unidos.
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