martes, septiembre 23, 2008

REVOLUCION EN CHILE. Santiago Robles.

En el año 1962, apareció en Santiago el libro “Revolución en Chile”, escrito por Guillermo Blanco y Carlos Ruiz Tagle, bajo el seudónimo de Sillie Utternut (tonta, muy loca). En este libro, relatan las peripecias que le ocurrieron en Chile a una gringa alocada, que vino a reportear, in situ, una revolución que iba a ocurrir en Chile. La verdad es que sólo se trataba de la “Revolución en Libertad”, que propiciaba el candidato a presidente don Eduardo Frei Montalva. En este libro, se ridiculiza a aquellas personas que vienen a Chile por uno o dos días, y luego se sienten capacitados para dar opiniones o charlas sobre este país. El libro es en sí harto interesante, de lectura fácil y de un humor muy irónico, salpicado de picardía.
En Santiago de Chile, se reunieron poco tiempo ha, un grupo de expertos en tránsito, para analizar el Transantiagazo. Luego de varias reuniones, de bostezar o dormir en ellas, de libar buenos mostos, de darse una vueltecita en micro, de pasarla bien, nos entregaron las conclusiones, por supuesto técnicas, a que llegaron en esa reunión: este proyecto tuvo varias pifias en su inicio; en 18 meses de funcionamiento hubo otras mas, pero también se tomaron algunas medidas un tanto acertadas, y que en algún día, de alguna semana, de algún mes, de algún año venidero, esto se arreglaría, y tendríamos un Transantiagazo, al fin bueno. ¡Brillante!. Pero, ¿dónde está la novedad?, si esto mismo nos lo dice, desde hace 15 meses, el Ministro Cortázar. No era necesario hacer esta reunión, para conocer estas novedades. ¡Ya las conocíamos!
Tengo la impresión, de que a aquellos extranjeros que escriben acerca del Transantiagazo, les pasa lo mismo que le pasó a la gringa alocada del libro Revolución en Chile. Para conocer bien el Transantiagazo, y opinar acerca de él, es necesario, además de la parte técnica, conocer el otro lado de la moneda. (Recordemos que una opinión es un juicio de valor sobre algún tema). El otro lado de la moneda, es el de ser un usuario normal de este proyecto en horas punta; mas aún ser usuario en invierno, bajo el agua y con un frío que se las pela; estar dispuesto a pelearse a combos un cupo en una de las micros; viajar a las 22.00 hrs. de los Viernes, Sábados y Domingos en compañía de borrachitos, que con un dragón espantoso, cantan, gritan, toman chela en lata y tintolio en caja, (ojo que esto mismo está pasando en el Metro), etc. Pobre chofer, si a ellos se les olvida apretar el botón de detención y no les paran en los paraderos en que se tenían que bajar. En una oportunidad subió un paco sin pagar; se lo comieron vivo, y tuvo que bajarse. Así es nuestra gente, y no de otra manera. De poco valen las medidas técnicas, si no se tienen en cuenta los problemas reales con que se encuentran los usuarios, y la idiosincrasia de quienes utilizan el sistema. Así, los “aportes” de estos expertos, resultan incompletos, por no mirar las dos caras de la moneda. .
¡Qué lejos está hoy el ministro Cortázar, de aquel brillante ingeniero que asumió la dirección del Transantiagazo hace 18 meses!. Todos creíamos en él. Hoy ya perdió credibilidad, y cuando ésta se pierde, resulta muy difícil recuperarla. El salvavidas que significó para este ministro, el 2% constitucional del Transantiagazo, parece hecho de plomo. Si la Concertación pierde las elecciones municipales, en la Región Metropolitana, ya puede irse despidiendo de su cargo de Ministro de Transporte, que tanto le gusta, y dejar que otros se “sacrifiquen” por el Transantiagazo. Esto, si se salva de la investigación acerca del préstamo del BID. ¡Qué manera de meterse en líos!, ¿verdad?.