jueves, septiembre 25, 2008

ATREVETE.... PARTICIPA HOY.... MAÑANA PUEDE SER TARDE. Manuel Roman.

La crisis del sistema capitalista neoliberal nos lleva a reflexionar. Parece que Naomi Klein tenia razón, la doctrina del shock para implementar este sistema fue posible en épocas de intervención del imperio capitalista en el patio trasero en el mundo.
Chile no es ajeno a esta situación, donde aprovechando la dictadura los que hoy se hacen llamar la derecha política, implementaron el sistema, incluyendo a quienes dicen que eran contrarios al sistema dictatorial pero jamás se opusieron al sistema económico, porque en definitiva usufructuaron en beneficio propio.
Lo que se destapa y queda a la luz, es algo sabido pero no reconocido, lo que esta en juego no es solamente un problema financiero, es la caída de un sistema que traspaso todas las fronteras; arremetió con la cultura y las artes, la educación, la salud, el trabajo, la vivienda, el medio ambiente, la subsistencia personal y familiar, todo lo imaginable en manos del mercado.
Un sistema de mercado impuesto, endiosado publicitariamente, pero administrado y dirigido por los dueños del poder económico, además avalado por los Think Thank o mejor dicho los neoliberales concertacionistas.
Puede ser cierto que Chile, avalado por su política económica tenga donde recurrir para salvar en parte la situación, pero para esto nuevamente el pueblo es el que tiene que “apretar cinturón” y para otros agregan “apretar los dientes” y el ESTADO, ese monstruo que hay que desmantelar, según algunos, y reducirlo a la mínima expresión, hoy debe levantarse como el salvador del mercado.
Es decir el sistema capitalista neoliberal, hecho a imagen y semejanza de los poderosos, cuando las vacas están gordas no debe existir, cuando las vacas enflaquecen debe salvar a los poderosos, ¿cómo? como siempre a costa del pueblo.
Mientras los políticos que debiesen estar junto al pueblo luchando por defender sus intereses, ante un sistema criminal y depredador, se dan vueltas y más vueltas en como defender sus cuotas de poder, poder que tienen por inercia, porque el pueblo cada día cree menos en ellos.