sábado, diciembre 29, 2007

Un año para olvidar M.Verdugo

La presidenta Michelle Bachelet apareció en todos los canales de televisión para hacer un "racconto" del año que finaliza. En lenguaje coloquial, respondió las interrogantes respetuosas y amistosas de sus entrevistadores. Desde su vistoso traje "azul Prusia", como diría mi abuela, nos dijo que lo peor del año 2007 fue el Transantiago.
Coincidimos con su apreciación, coincidencia que se perdió luego, tras largas frases que trataban de infundir confianza y ánimo a un país que está cansado de explicaciones, de peleas, de disturbios, de desencuentros, de ineptitudes, de descalabros varios.
Malo fue el año 2007. Aunque las cifras del ministro de Hacienda muestren algo distinto. La realidad es que más allá del 5 por ciento al que se pueda crecer este año, de la inflación que superará el 7 por ciento, de una cesantía que se mantiene en niveles del 7 al 8 por ciento (sin contar el empleo informal y precario), lo que queda al ciudadano de a pie es la rabia por haber sido tratado de forma indigna mediante el Transantiago; lo que queda es la lentitud para solucionar este grave problema; lo que queda es el malestar, porque los culpables políticos, técnicos y profesionales siguen como si nada en sus puestos bien remunerados; lo que le queda al ciudadano de región es el desaliento por gestiones malas, lentas en sus presupuestos y en sus obras; lo que queda es la soberbia del que se anquilosó en el poder y es incapaz de ver y conocer y mucho menos satisfacer las necesidades del pueblo.
¡Y para qué hablar de la casa partidaria! Hace tan sólo horas se acaba de eliminar de los registros al senador y ex presidente de la DC, Adolfo Zaldívar. He coincidido plenamente con él en muchos planteamientos políticos y económicos. En muchos. Pasa que su discurso es el que más se acerca al de esos demócrata cristianos que en nuestra juventud nos hicieron soñar con un país más justo y solidario. Hoy, se le expulsa. Pero siguen en la DC no pocos que durante los oscuros años de la dictadura militar se escondieron en sus casas, esperando mejores momentos para surgir y asumir cargos de dirección nacional.
La DC hoy da vergüenza. Da vergüenza leer declaraciones de parlamentarios que aseguran que "un dc jamás usará la ley de Pinochet" refiriéndose a la posibilidad del senador de recurrir ante los tribunales por el fallo de TS; pero olvidan que transaron con el dictador remiendos insulsos a la constitución autoritaria. Tenemos autoridades que "ponen levadura" a sus puntajes en las pruebas de aptitud; tenemos figuras que renuncian, pero no renuncian. Que se sienten traicionados, pero "bueno ya, sigamos".
En fin, nada bueno fue el 2007. Pese a todo esto, quiero a través de estas líneas decirle a quienes nos honraron con su confianza para representarles en el Consejo Nacional de la DC que no bajaremos los brazos ante "tanto estropicio"; que seguiremos luchando por conseguir que los valiosos acuerdos del V Congreso nacional se lleven a la práctica; que, en fin, no dejaremos de persistir en el empeño de ser una DC estudiosa de la situación nacional y mundial; de trabajar por un partido menos odioso; que trataremos de seguir haciendo política mirando a los ojos, con la verdad y, por sobre todo, con mucho amor a nuestro país.