miércoles, diciembre 26, 2007

Delos problemas de salud y otras yerbas. M.Verdugo.

A propósito del dolor de pecho que recluyó por dos días a la presidente de nuestro partido, senadora Soledad Alvear, y que, gracias a Dios, fue sólo un susto causado seguramente por el fuerte estrés que significa tratar de gobernar un partido donde las pasiones y la sin razón están desatadas, es bueno recordar dos episodios surgidos también ante un problema de salud, pero en este caso de nuestra actual presidenta de la república, señora Michelle Bachelet.
Recuerdo, claramente, en plena campaña interna durante el lanzamiento de un libro en el teatro de la telefónica, el comentario de uno de nuestros "barones" del partido a raíz del problema de salud de Bachelet, cuando debió ser operada de un aneurisma. Dijo, junto a su digna esposa: "ella no está bien, no se como puede pensar en gobernar así. La gente debería pensar en eso, es muy peligroso".
Luego, un integrante del comando de Soledad Alvear en reunión de consejo dijo que las estrategias para derrotar a Bachelet eran dos: exponerla como menos conocedora de los temas, es decir con menos categoría de estadista, y, aprovechando su debilidad física cansarla, acosarla, porque no sería capaz de llegar hasta el final.
Recuerdo estos episodios que a algunos/as nos espantaron, porque da cuenta de la calidad humana de muchos de quienes hacen política. Los hechos ocurrieron, forman parte de la historia de nuestra cada vez más insana convivencia política.
Los traigo a colasión porque hoy leí una columna en la Tercera donde se comentan los efectos negatidos de la afección pasajera de Soledad Alvear, y lo recuerdo porque seguramente quienes fueron sus fieros escuderos durante la campaña interna de la Concertación seguramente deben estar muy arrepentidos de lo que dijeron en su momento. Muchas veces la vida se encarga de pasarnos cuentas por lo dicho o por lo obrado, y, a veces, esto ocurre mucho antes de lo esperado.
Yo, como sobreviviente de varios hechos dolorosos, entre ellos una dura enfermedad, puedo decirle a la presidenta del partido que más allá de los deseos de la gente, la fuerza para seguir adelante nos la da Dios, y a él hay que agradecércela haciendo el mejor uso de las facultades con que nos regala.