martes, septiembre 25, 2007

HACE 8 AÑOS......MVerdugo...

Este jueves 27, cuando todos recordemos el natalicio número 100 del querido Raúl, Cardenal, Silva Henríquez, se cumplirá también otro aniversario. El octavo año desde la partida de Manuel Bustos Huerta, quien se considerara amigo del Cardenal de los pobres, de los trabajadores y de los derechos humanos.
Por lo mismo, el Frente de trabajadores de la DC que el integrara organizó una misa para el día siguiente en la simbólica Iglesia “del cura Baeza”, otro grande en la causa cristiana, en la evangelización y en la defensa de los trabajadores.
Nosotros, su familia, recordamos como si fuera ayer el día gris de 1999, cuando a las 13.05 horas Manuel respiró por última vez. Recordamos esa Clínica de la Universidad Católica llena de gente. Humildes trabajadores, compañeras del área textil, dirigentes políticos y sociales, hombres de Iglesia, autoridades de gobierno esperando incrédulamente que pasara lo que los médicos habían anunciado. Se apagaría lentamente, sin sufrimiento para que el se reencontrara con Dios.
Recordamos el trayecto hasta la Iglesia, la misma en la que este viernes se efectuará la misa. Recordamos los miles de rostros conocidos y anónimos que expresaron de mil formas diferentes su respeto al líder sindical y dirigente político.
Estas líneas no son para hacer un panegírico de Manuel Bustos Huerta. Como todo ser humano su vida estuvo plagada de luces y sombras. Pero en la suma y resta de su vida fueron muchos más los aciertos que los errores. Amó y sufrió. Lo amaron e hizo sufrir. Combatió con toda su fuerza e inteligencia a la cruel dictadura militar. Flaqueó, dudo y tuvo miedo en muchos momentos. Fue un hombre alegre, de risa franca, pero también ofendió. Fue un hombre extraordinariamente inteligente. Hoy, conociendo de cerca de muchos “líderes” del mundo político, profesional y empresarial, con magísteres y doctorados, me cuesta encontrar a uno tan lúcido, tan pre claro, tan visionario como Manuel.
Pero se fue. Y se fue con grandes dolores en su alma. Entre ellos su participación en su última Junta Nacional de la DC, pocas semanas antes de su fallecimiento, en la que con amargura constató como muchos de quienes fueron sus compañeros de lucha en tiempos del régimen militar habían cambiado, y se habían acostumbrado al poder y a desenvolverse dentro de una elite ciega y sorda para con las necesidades del pueblo trabajador. Se fue con el dolor de no haber obtenido un resultado positivo en la tarea que el partido le encargara: tratar de aunar criterios entre camaradas sindicalistas de la DC.
¿Qué diría ahora de lo que pasa en el movimiento sindical, en el partido y en el país? No sé. No me voy a arrogar el derecho de tratar de interpretarlo. Sólo se que se fue con mucha pena, y con mucha desilusión. Nosotras lo recordamos como lo que fue. Un hombre bueno, luchador, inteligente, que se entregó con toda su alma a la causa de sus hermanos. Lo recordamos con amor, y con admiración.
Myriam Verdugo Godoy