lunes, julio 23, 2007

....NO NOS MOVERÁN......Mverdugo.Consejera Nacional.PDC.

Desde hace semanas que diversos personeros, parlamentarios, ex personeros, voceros y ex progresistas reconvertidos a empresarios vienen desarrollando lo que puede llamarse una “campaña”, cuyo objetivo final sería precipitar la salida de diputados, senadores y militantes que, ante la evidencia de un mal gobierno y de una traición al ideario de justicia y equidad, no han trepidado en objetar o de plano rechazar algunas de las propuestas del gobierno.
Las declaraciones van desde: “no sé que hacen en el partido”; “deberían irse la Concertación”, hasta “deberían formar otra bancada”.
¿Qué demuestran estas declaraciones? Demuestran intolerancia al debate; intolerancia a la polémica, a la diversidad. Demuestran debilidad. Demuestran incapacidad de convencer. Por supuesto que éstos políticos olvidaron los místicos tiempos de lucha contra la dictadura (aunque no todos los que hoy están estuvieron ayer, cuando se les necesitaba), cuando con valor y entereza repetíamos que “no estoy de acuerdo con tus ideas, pero daría mi vida por tu derecho a expresarlas”.
Se molestaron porque se rechazó el proyecto de ley que proponía la depreciación acelerada a las grandes empresas, iniciativa que se intentó camuflar con lo que no era: una propuesta pro pyme. Se molestaron porque debieron aprobar la entrega de 280 millones de dólares al sistema de transporte en la Región Metropolitana, con el voto de un independiente de derecha. Se enojaron porque se rechazó la propuesta de Mahmud Aleuy y de Edmundo Pérez al directorio de TVN, en circunstancias que ambos no cumplen con los requisitos esperables para alguien que deba integrar un equipo de alta especialidad. Aleuy es un “operador” político (no significa un rechazo a esta “especialidad” en la política) y Pérez es un empresario, ex ministro de defensa lo que no lo habilita para integrar un directorio en el que son temas fundamentales la comunicación, la difusión de la cultura y la libertad de expresión. Muchos menos si días antes se sumaba a estas voces excluyentes al proponer las penas del infierno a quienes se atrevieran a ejercer la libertad de conciencia y de opinión en temas políticos.
Como demócrata cristiana más acostumbrada a pensar, opinar y actuar desde lo que llamamos “el pueblo demócrata cristiano”, y por lo tanto a estar en la vereda del frente de los satisfechos, siento que es necesario responder a estos celadores de la DC, de la Concertación y de los que instauraron lo que se llama “políticamente correcto”, esto es no desagradar ni inquietar a los poderes fácticos.
La DC y sus militantes no nacimos para formar parte del conformismo. Menos para formar parte de una elite que transa su historia, valores y legado de sus líderes por el reconocimiento y aceptación de la derecha política y económica. La DC, que en estos días cumple 50 años de existencia, nació para ser vanguardia. Para defender a los trabajadores y las trabajadoras de este país; para velar por el futuro de hijos e hijas; para cuidar de nuestros viejos y viejas; para lograr que la riqueza, tan evidente y disfrutable para muy pocos hoy día, llegue a todos los chilenos y chilenas.
Gran parte de nuestros dirigentes, parlamentarios y algunos ex algo, optaron por lo contrario. Hoy pueden emitir un discurso progresista, pero cuando votan o toman decisiones lo que hacen es favorecer al gran empresariado chileno, empresariado que cada vez se concentra en menos manos y que defiende posiciones reaccionarias. Las declaraciones respecto al fortalecimiento del movimiento sindical y de la posibilidad de negociación interempresa, son un ejemplo de ello.
Es por este panorama político, -inmensamente desalentador-, por el cual los senadores, diputados y dirigentes díscolos ven engrosar sus filas día a día. Sus filas crecen porque simplemente tienen la razón. Impulsados por el deseo de justicia, de democracia participativa, de la construcción de un país donde a cada uno de sus hijos e hijas se les retribuya de acuerdo a sus aportes al país, este movimiento crece.
Por eso creo conveniente decirle a los señores y señoras políticos/as que: No nos moverán. Parafraseando esa mítica canción-himno de la izquierda allendista decimos que no nos moverán, y, al contrario de quienes hicieron esa popular canción en la década del 70 hoy tenemos algo más que la voluntad del cambio. Hoy nos mueven la certeza de tener la razón; el hambre de justicia; de estar sostenidos por la verdad y, por sobre todo, del apoyo cada día creciente de los chilenos y chilenas que se cansaron de trabajar por el crecimiento del país, para que lo disfruten sólo unos pocos. Dense por enterados.