...MODELO: NO QUIERO "CORREGIRLO", SINO CAMBIARLO. BOSQUEJO... GENIALIDAD DE OTTO BOYE...
Quien "corrige" el modelo está con el modelo y quiere afianzarlo, fortalecerlo, salvarlo. Yo quiero cambiarlo, pues lo considero intrínsecamente diseñado para servir a los menos a costa de los más. No es democrático, como que fue impuesto por una dictadura. No se traduce en "participación amplia del pueblo en las tareas y los bienes de la nación", esencia misma de la democracia. No es social, pues no favorece a los más débiles. Al contrario, favorece ampliamente a los ricos. No es justo, pues tiende a ensanchar las desigualdades. La brecha crece en vez de disminuir. Tampoco es, ni mucho menos, solidario, al promover el individualismo más brutal. El ciudadano común, o "de a pie", como también se dice hoy, está cada vez más sólo y desamparado. Como al modelo vigente le faltan todos los valores por los que he luchado toda la vida, ¿por qué he de querer "corregirlo" y así salvarlo? Mi "modelo" (aceptando por esta vez esta terminología discutible) es uno que se expresa en desarrollo integral para una sociedad solidaria. Se basa en un "humanismo integral y solidario", que es la gran meta que estudia y explica profundamente el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. De hecho, con ella parte esta obra magna. Sobre ambos aspectos esenciales (integralidad del desarrollo y solidaridad que atraviesa toda la construcción social) ya he escrito en este sitio algunos artículos breves, tratando de acercarme a una explicación coherente y asequible.
•Terminado el Concilio Vaticano II, el Papa Paulo VI, en 1967, publicó una encíclica, Populorum progressio, sobre "la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos". Dijo allí:
•"El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre." (PP, 14) "...el verdadero desarrollo... es el paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas." (PP, 20)
•Paulo VI agregó más adelante: "El desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la humanidad." (PP, 43)
•Cuando Juan Pablo II visitó Chile hizo varias veces mención a una "cultura de la solidaridad" y a una "economía solidaria". Durante la dictadura tuvimos también una Vicaría de la Solidaridad. Nada de esto se ha dicho o hecho en vano. La invitación es clara: hagan esto, encarnen esto, todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
•Se trata, entonces, de crear un Chile no atravesado por el individualismo, sino por la solidaridad. Esta es la tarea y esta sí que puede motivar a las generaciones jóvenes a entregarse a ella, llenando de sentido sus vidas todas. ¿Cómo lograrlo? Este punto es mucho más largo, pero adelanto lo esencial: sólo una larga marcha noviolenta activa alcanzará la meta. Mediante una revolución del amor se logrará construir, paso a paso, ladrillo sobre ladrillo, una auténtica civilización del amor.
•Terminado el Concilio Vaticano II, el Papa Paulo VI, en 1967, publicó una encíclica, Populorum progressio, sobre "la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos". Dijo allí:
•"El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre." (PP, 14) "...el verdadero desarrollo... es el paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas." (PP, 20)
•Paulo VI agregó más adelante: "El desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de la humanidad." (PP, 43)
•Cuando Juan Pablo II visitó Chile hizo varias veces mención a una "cultura de la solidaridad" y a una "economía solidaria". Durante la dictadura tuvimos también una Vicaría de la Solidaridad. Nada de esto se ha dicho o hecho en vano. La invitación es clara: hagan esto, encarnen esto, todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
•Se trata, entonces, de crear un Chile no atravesado por el individualismo, sino por la solidaridad. Esta es la tarea y esta sí que puede motivar a las generaciones jóvenes a entregarse a ella, llenando de sentido sus vidas todas. ¿Cómo lograrlo? Este punto es mucho más largo, pero adelanto lo esencial: sólo una larga marcha noviolenta activa alcanzará la meta. Mediante una revolución del amor se logrará construir, paso a paso, ladrillo sobre ladrillo, una auténtica civilización del amor.
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