martes, febrero 27, 2007

...IGNACIO..COMO ES LA COSA...CAMBIAMOS O NO CAMBIAMOS EL MODELO...D.FINANCIERO....

Unanimidad para la reforma del Estado
(Publicado : 27/2/2007)
Presidente de Cieplan
El Estado que tenemos no se aviene con las exigencias del mundo en que vivimos (global y competitivo) y con el tipo de inserción económica internacional que hemos concordado como estrategia de desarrollo
A pesar de todo y dígase lo que se diga, México es un país de instituciones. La creación de instituciones, especialmente a partir de la década de 1930, fue la respuesta mexicana al período traumático de la revolución (1910) y el caos, la anarquía y la violencia que le siguieran. La revolución misma logró institucionalizarse y el PRI (Partido de la Revolución Institucional) fue la máxima expresión de ese proceso de institucionalización. Como sabemos, dicho partido tuvo un predominio prácticamente incontrarestado casi por 70 años, hasta el año 2000, en que la verdadera transición a la democracia tuvo lugar, simbolizado todo ello en el traspaso del mando desde Ernesto Zedillo (PRI) a Vicente Fox (PAN, Partido de Acción Nacional). Precisamente porque México es un país de instituciones, los intentos de desestabilización del derrotado –aunque por estrecho margen- candidato del PRD (Partido de la Revolución Democrática), Andrés Manuel López Obrador (AMLO) –quién había dicho “al diablo con las instituciones”- no prosperaron, consolidándose la posición en el poder del flamante Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Felipe Calderón (PAN).En el proceso de transición hacia la plena democracia, la creación de nuevas instituciones y la reforma del estado es una tarea prioritaria. Es por ello que resulta tan alentador que, en estos días, por la unanimidad de sus miembros, el Senado mexicano haya aprobado una Ley de Reforma del Estado, que fija un plazo de 12 meses para dicha reforma. Junto con lo anterior, se crea una Comisión Ejecutiva de Negociación y Construcción de Acuerdos que conducirá dicho proceso, integrada por los presidentes de las cámaras de Diputados y de Senadores y los coordinadores legislativos, así como un representante del titular del Ejecutivo federal. Dicha comisión presentará al Congreso las iniciativas de reformas constitucionales y legales o de nuevas leyes “que expresen el acuerdo obtenido”.De acuerdo con la nueva ley, los temas a discutir en forma obligatoria son: régimen de Estado y gobierno, democracia y sistema electoral, federalismo, reforma del Poder Judicial, reforma fiscal y estatuto de garantías sociales. De acuerdo a lo que se informa, la Ley de Reforma del Estado será de observancia obligatoria para las cámaras del Poder Legislativo.De esta manera, México ha optado por los grandes acuerdos y la búsqueda de consensos entre los tres principales partidos representados en el parlamento (PAN, PRI y PRD). Frente a ello, las bravatas de AMLO caerán en el vacío y el sistema político podrá dar un gran salto adelante, superando una de las principales frustraciones del anterior Presidente, Vicente Fox, quién había insinuado una tímida reforma del estado, principalmente en el ámbito de una reforma fiscal.Los anuncios que comentamos, en un momento en que en América del Sur se advierte un creciente desprecio por las instituciones, a la vez que campean democracias personalistas, populistas y plebiscitarias, deberían servirnos también de lección a nuestro propio país, con una reforma del estado a medio camino, bastante tímida, muy influenciada por ciertas coyunturas críticas y modernizaciones parciales, más que por una visión global. El estado que tenemos no se aviene con las exigencias del mundo en que vivimos (global y competitivo) y con el tipo de inserción económica internacional que hemos concordado como estrategia de desarrollo. Si queremos seguir avanzando en la línea que nos hemos propuesto y superar el estigma del “casi” país desarrollado –para no hablar del “caso de desarrollo frustrado” del que nos hablara Aníbal Pinto en la década de 1950-, tenemos que acometer una profunda, radical y comprehensiva reforma del Estado, con una ambiciosa agenda como la que se ha propuesto México. Sobretodo, debemos hacerlo sobre la base del procedimiento y la lógica que ha acordado el senado mexicano, y que tan buenos dividendos le diera a Chile en la década de 1990: la de los grandes acuerdos que permuten el progreso, el bienestar y el desarrollo de los pueblos. México nos está dando una lección, en medio de una política fracturada, y debemos tomar el ejemplo.