viernes, enero 12, 2007

...REIVINDICACIÓN DE UNA ÉTICA MUNDIAL...A. SALAS...

El mundo agoniza. Agonía tan penetrante y opresiva que nos sentimos movidos a señalar las formas en que se muestra para poner de manifiesto lo hondo de nuestra zozobra. La paz nos da la espalda. El planeta está siendo destruido. Los vecinos viven en temor mutuo. Hombres y mujeres se distancian entre sí. Los niños mueren. Todo ello es terrible. Condenamos el mal uso de los ecosistemas de nuestra Tierra. Condenamos la miseria, que estrangula las posibilidades de vida; el hambre, que debilita los cuerpos de los seres humanos; las desigualdades económicas, que a tantas familias amenazan con la ruina. Condenamos el desorden social de las naciones; el desprecio de la justicia, que empuja a los ciudadanos hacia la marginación; la anarquía, que gana posiciones en nuestras comunidades; y la absurda muerte de niños mediante la violencia. Condenamos especialmente la agresión y el odio en nombre de la religión.
Esta agonía debe cesar. Debe cesar, porque ya existe la base ética. Tal ética brinda la posibilidad de un mejor orden individual y global que aleje a los hombres de la desesperación y a las sociedades del caos. Somos mujeres y hombres que siguen los preceptos y las prácticas de las religiones del mundo.
Afirmamos que las enseñanzas de las religiones contienen un patrimonio común de valores radicales que constituyen la base de una ética mundial. Afirmamos que esta verdad ya es conocida, pero aún no se vive como debiera de corazón y de obra. Afirmamos que hay una norma irrevocable, imprescindible en todos los ámbitos de la vida, válida para las familias y las comunidades, para las razas, naciones y religiones. Ya hay criterios ancestrales del comportamiento humano que pueden hallarse en las enseñanzas de las religiones del mundo y que son la condición de un orden mundial duradero.
Declaramos:
Que todos somos interdependientes. Cada uno de nosotros depende de la salud del conjunto. Por ello respetamos la colectividad de los seres vivientes, hombres, animales y plantas, y nos sentimos preocupados por la conservación de la tierra, del aire, del agua, del suelo.
Que como individuos somos responsables de todo lo que realizamos. Todas nuestras decisiones, actuaciones y negligencias tienen sus consecuencias.
Que debemos tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros. Nos comprometemos a respetar la vida y la dignidad humana, la individualidad y la diferencia, de suerte que toda persona sin excepción reciba un trato humano. Hemos de ejercitarnos en la paciencia y en la aceptación. Hemos de ser capaces de perdonar, aprendiendo del pasado, pero sin ceder jamás a la memoria del odio. Al abrir nuestro corazón a los demás debemos enterrar nuestras mezquinas querellas en aras de la comunidad mundial de manera que llevemos a la práctica una cultura de la solidaridad y de la vinculación mutuas.
Consideramos a la Humanidad nuestra familia. Hemos de esforzarnos en ser amables y generosos. No debemos vivir solamente para nosotros mismos sino que, por el contrario, hemos de servir a los demás y no olvidar jamás a los niños, a los ancianos, a los pobres, a los discapacitados, a los exiliados y a quienes se encuentran solos. Nadie debe ser jamás considerado o tratado como ciudadano de segunda clase. Nadie debe ser sometido a explotación, de la clase que sea. Entre hombre y mujer debe existir un compañerismo basado en la igualdad. No podemos incurrir en ningún tipo de comportamiento sexual inmoral. Debemos dejar atrás cualquier forma de dominio o de abuso.
Nos declaramos comprometidos con la cultura de la no-violencia, del respeto, de la justicia y la paz. Jamás oprimiremos a otro hombre, no le causaremos daño, ni le torturaremos, ni desde luego le causaremos la muerte, y renunciaremos a la violencia como medio de resolver las diferencias.
Nos esforzaremos por conseguir un orden social y económico justo en el que cada cual reciba las mismas oportunidades para desarrollar plenamente sus cualidades humanas. Hemos de expresarnos con fidelidad a la verdad y actuar en consecuencia comprendiendo a los demás, evitando dejarnos arrastrar por los prejuicios u odios. No debemos robar, Hemos de superar cualquier inclinación a buscar ávidamente el poder y el dominio, el prestigio, el dinero y el consumo, en aras a formar un mundo justo y pacifico. La tierra no puede cambiar a mejor si antes no cambia la mentalidad de los individuos. Nos comprometemos a\n dilatar nuestra capacidad de percepción sometiendo a disciplina nuestro espíritu mediante la meditación, la plegaria o la reflexión positiva. Sin riesgo y sin disposición al sacrificio no puede producirse un cambio fundamental en nuestra situación. Por eso nos comprometemos con esta ética mundial, con una mutua comprensión y con aquellas formas de vida que conlleven un concierto social, la consolidación de la paz y el respeto a la naturaleza. Invitamos a todos, creyentes o no, a hacer lo mismo. Texto elaborado a partir de la Declaración preparada por Hans Küng en Tubinga y presentado en Chicago por un comité de redacción del Consejo del Parlamento de las Religiones del Mundo y promulgado el 4 de septiembre de 1.993. Por primera vez, personas de procedencia religiosa muy distintas se pusieron de acuerdo en un mínimo de normas inamovibles que todas ellas aceptan ya en sus respectivas tradiciones\n religiosas. Esta Ética Mundial solo persigue, desde el respeto a las diferencias, crear conciencia de lo que ya ahora tienen en común las religiones y establecer el mínimo de ética necesario para la supervivencia de la humanidad.