miércoles, noviembre 22, 2006

...AHORA ES NOVEDAD LA CORRUPCIÓN ?...

Guillermo Blanco
¿Cómo negarlo? El tema de la corrupción se ha puesto de actualidad. Quizá sería más preciso decir de moda, porque se enfoca con criterios frívolos, y lo actual, en cambio, puede ser muy serio. En política, la acusación se ha vuelto el gran caballo de batalla en que galopa la derecha y, al anca de ella, la extrema derecha. Si uno escucha a sus dirigentes o lee la prensa que los respalda, sospecharía que han descubierto (o creen que) un fenómeno nuevo. Ventajoso para sus intereses pues -según quieren creer- lo corrupto comienza junto con la recuperación de la democracia en nuestra patria. No son pocos los que llegan al extremo de sostener, con estas u otras palabras, que la rectitud en la administración pública concluye con el fin de la dictadura. Y son muchos más los que, sin ser tan explícitos, coinciden en esta forma de apreciar las cosas.
El diccionario de la RAE puede ayudar a esclarecer el debate.En sus páginas, la corrupción es un “vicio o abuso introducido en las cosas no materiales. Corrupción de costumbres, de voces”. Luego, “en las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”. La idea es clara. Un buen diccionario de sinónimos la complementa, ofreciendo: “Putrefacción, descomposición, vicio, depravación, perversión”.
¿Será preciso decir que el tema es grave?
La asamblea plenaria de los obispos de Chile dice haberlo analizado, con miras a hacer de él un factor de su aporte a la V Conferencia Internacional del Episcopado de América Latina y el Caribe. Su vocación, anuncian, “nos invita a estar presentes activamente y dar respuestas positivas a los desafíos históricos de una patria que se prepara a celebrar el bicentenario de su vida independiente”. Declaran haber “visto y seguido atentamente los acontecimientos que han marcado los últimos meses de nuestra convivencia nacional”. Aquí hay un punto importante: el documento se refiere expresamente a “los últimos meses”; no a los últimos años, por ejemplo. ¿Y qué han visto y seguido en un lapso tan preciso? Manifestaciones estudiantiles y brotes de violencia. Sería injusto suponer que no han visto más. Pero tampoco es muy justo que, de todo lo que han visto en seis meses, no encuentren nada positivo que merezca destacarse. ¿Qué pasa con hechos como las mayores posibilidades de estudio de los jóvenes, la creciente construcción habitacional, el desarrollo notable de la economía, la mayor capacidad adquisitiva, el palpable mejoramiento en la calidad de vida? Atraen su atención otros detalles: “En particular, nos asociamos a la conciencia nacional por los graves signos de corrupción que han aparecido en el horizonte de la vida política y social, puesto que la vocación política es una de las más altas formas del ejercicio de la caridad”. Les preocupan “los delitos consumados en el seno de la familia, los asaltos por motivo de dinero y los índices de drogadicción...” No mencionan -aunque los hacen- sus llamados a perfeccionar las relaciones entre empresarios y trabajadores, el pago de salarios justos, el cumplimiento de las leyes previsionales. Sí, lo hacen en forma continua. Pero en su declaración queda excluido lo corrupto que son los patrones que no pagan lo que se deben, o burlan la ley explotando a sus obreros o empleados. Habría sido importante incluir estos y otros asuntos, en un período de nuestra convivencia nacional en que abundan los partidarios a ultranza del mercado y le ceden a esa entidad abstracta, insensible, objetivamente egoísta, el papel de asignar recursos para la vida de las personas. Un antiguo adagio dice que herejía es “una verdad vista desde demasiado cerca”. No error, ni mentira, ni engaño premeditado: verdad puesta -¿por qué no honestamente?- fuera de sus proporciones. La historia religiosa está llena de herejías de esas. A veces, incluso, algunas de ellas dan pie a la fundación de credos nuevos; dispuestos, con frecuencia, a superar a sus troncos de origen. Una verdad fuera de contexto es capaz de alterar el conjunto al cual pertenece. Medio vaso lleno es igual que medio vaso vacío. No es fácil negar, sin embargo, que, cuando se afirma que el vaso está medio vacío, se tiende a crear una imagen menos positiva que al decir que está medio lleno. Y el cuadro se distorsiona aún más si la crítica viene con fecha. Se ha medio vaciado “en los últimos meses”. Pero, sobre todo, ¿cómo olvidar cuál es la gran herida de Chile? Durante diecisiete años, su territorio fue saqueado. Se lo declaró en guerra consigo mismo. Se tomó a miles de compatriotas en calidad de prisioneros, aunque sin darles siquiera el trato que la Convención de Ginebra prescribe para los prisioneros de guerra. No es que tengamos que hablar todo el tiempo de esa corrupción, como si no existieran otras. Es, al contrario, que sería bueno recordar, mientras se habla de las otras, que existió esta, la mayor de nuestra historia, y que aún sobreviven muchas de sus víctimas.